Al menos 113 personas murieron ayer al estrellarse cerca de París
un avión Concorde de Air France que se dirigía a Nueva York con
turistas alemanes que iban a emprender un crucero por el Caribe y
Ecuador. Los 109 ocupantes "100 pasajeros alemanes y nueve
tripulantes" del vuelo AF4590 del avión supersónico, fletado por el
operador turístico alemán Deilmann, fallecieron en el siniestro y
además hubo cuatro muertos en tierra, según el balance preliminar
de las autoridades.
«Es prácticamente seguro que no hay ningún superviviente en el
avión», dijo el primer ministro francés, Lionel Jospin, quien se
desplazó al lugar del siniestro, acompañado por el titular de
Transportes, Jean-Claude Gayssot. Una parte del avión cayó cerca de
un hotel de la cadena Hotelissimo en Gonesse (Val d'Oise), a unos
cinco kilómetros del aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle. Una
decena de heridos, que estaban cerca del hotel en el momento del
accidente, fueron atendidos en un centro médico próximo, aunque su
vida no corre peligro, según aseguró Jospin.
Según informó Air France, uno de los motores del Concorde
siniestrado estaba en llamas en el momento del despegue. El avión
cayó a tierra unos dos minutos después de despegar en torno a las
16.45 locales y se incendió. Cerca de 400 bomberos lucharon durante
varias horas para sofocar las llamas que envolvían el aparato. En
las imágenes mostradas por televisión, se veían amasijos humeantes
de metales retorcidos, lo que queda de este avión supersónico que
entró en servicio en octubre de 1980, así como los daños sufridos
por el hotel, donde sólo había cinco empleados en el momento del
accidente. El siniestro del Concorde está relacionado con problemas
de motor, no con las microfisuras detectadas en varios aparatos de
este modelo, según manifestó el presidente de Air France,
Jean-Cyril Spinetta.
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