La treintena de personas foráneas pertenecientes al grupo
enfrentado con los vecinos de Sant Jordi tuvieron que salir del
pueblo en seis taxis y con escolta policial. En el grupo había
mujeres y niños de corta edad. Los vehículos con los que se habían
trasladado al bar de Sant Jordi para celebrar el bautizo fueron
después recogidos por policías locales y nacionales, que los
trasladaron a las inmediaciones de la comisaría del Cuerpo Nacional
de Policía en la Platja de Palma, donde sus propietarios fueron
informados que podían pasar a recogerlos a la mañana siguiente.
En el transcurso de los incidentes se personaron varias unidades
de policías locales y nacionales a Sant Jordi, colaborando ambos
conjuntamente pero finalmente los últimos se hicieron cargo de las
diligencias judiciales. Por parte de la Unitat Nocturna de la
Policía Local se ha elaborado un informe interno sobre los sucesos.
En el mismo se refleja la «expectación» que se suscitó en el pueblo
tras las primeras agresiones, por lo que un numeroso grupo de
vecinos de Sant Jordi, «llevados por las ansias de venganza
alimentadas por la agresividad de la masa», se concentró en las
inmediaciones del bar donde el grupo de foráneos tuvo que
parapetarse con la protección de los cuatro policías de cada Cuerpo
que se encontraban allí desplazados.
El propietario del bar de Sant Jordi ha manifestado a éste
periódico que lamenta los incidentes y aclara que el local no tuvo
nada que ver en los mismos. «De hecho "añade" los enfrentamientos
se produjeron en la calle».
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