No hubo testigos, sólo una confesión ante la Guardia Civil. Esta es
la única prueba que, en principio, implica a Juan Cerdá Puigserver
en la muerte de su madre, una mujer llamada Francisca Puigserver,
de 45 años, que murió al caer por un precipicio próximo al
monasterio de Cura, en Llucmajor.
El acusado, que es sepulturero, rectificó ayer la confesión que
realizó ante la Guardia Civil y mantuvo su inocencia ante el jurado
popular. «Confesé que maté a mi madre porque me dijeron que iban a
detener a mi novia. Creía que estaba embarazada y esperaba un hijo
mio. No quería que fuera a la cárcel». El joven, para quien el
fiscal Bartomeu Barceló reclama 15 años de cárcel por asesinato,
reconoció que el día 15 de agosto de 1998 acudió de noche con su
madre al monasterio de Cura. Ambos llegaron con sus respectivas
motos. Esta iniciativa, según él, surgió de su madre. «Estaba muy
deprimida porque había tenido una discusión con la sobrina de la
anciana que cuidaba». El acusado recordó que estuvo hablando un
rato con ella, hasta que decidió volver a su casa. «Me fuí y la
dejé a ella en Cura porque quería estar sola. Creo que se
suicidó».
El fiscal mantiene que el acusado asesinó a su madre por un
móvil económico. Juan debía unos cuatro millones de pesetas y la
acusación sospecha que hacía días que presionaba a su madre para
que le permitiera hipotecar su casa y conseguir el dinero que
necesitaba. El acusado, que está defendido por el abogado Francisco
Sapena, rechazó ayer ante el jurado que tuviera motivos para matar
a su madre, y mucho menos por razones económicas. «El tema del
dinero estaba solucionado porque mi padre había negociado un
préstamo con un banco. No necesitaba la firma de mi madre porque
parte de la casa era mia».
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