El acaudalado empresario fue torturado antes de morir en su casa de la calle Ruiz de Alda.

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J.J./J.F.M./P.M. La jueza Piedad Marín, titular del juzgado de instrucción número 4 de Palma, ha decretado el secreto del sumario en el crimen del empresario Pedro Estarellas Bibiloni, cuyo cadáver fue descubierto el pasado viernes por la mañana en su casa de la calle Ruiz de Alda, junto a la Jefatura de Policía.

La magistrada no quiere que se produzcan filtraciones sobre el estado de la investigación "ya que cualquier dato que trascendiera podría dar al traste con los avances" y ha adoptado esta medida hasta que los autores sean detenidos o se esclarezca casi por completo el caso. Lo que está claro es que los dos individuos que accedieron a la casa del acaudalado empresario sabían perfectamente que vivía solo, que guardaba una importante cantidad de dinero en la vivienda y que, además, les abriría la puerta porque los conocía y no sospechaba nada extraño de ellos.

Ayer este periódico pudo confirmar que los homicidas, antes de huir, se apoderaron de la caja fuerte que el anciano tenía en el piso. Todas las dependencias aparecieron desordenadas y no se descarta que también se apoderaran de objetos de valor. La salida de la casa de los asesinos se produjo de noche y pudieron tomar varios caminos "en dirección a la plaza des Fortí, hacia Avenida Argentina o hacia el Passeig Mallorca.

En un principio se especuló con la posibilidad de que alguna de las dos cámaras de seguridad instaladas en la fachada de la Jefatura hubiera podido recoger el momento en que salían del portal o incluso cuando caminaban por la calle, pero ayer fuentes cercanas al caso aseguraron que las cámaras vigilan los aparcamientos frente a la Jefatura y que es muy improbable que aportan datos novedosos a la investigación.