Los vecinos de Son Pizà aseguraron ayer que el 30 de junio de 1999
remitieron al Ayuntamiento de Palma y a la Delegación del Gobierno
las decenas de denuncias reunidas contra la presencia de pandillas
juveniles "«que trapichean con drogas»" en aquel parque. Según
aquel escrito, las llamadas al 092 y al 091 se repetían cada noche
«pero nadie ha arreglado nada y ahora se ha producido una muerte».
Ana María Ruiz es una vecina de la calle Pascual Ribot de Palma
que conocía a Gary desde que ambos vivían en Algeciras. La mujer
recordó emocionada que «el domingo se presentó en mi casa con un
hedredón para mi hija recién nacida» y luego explicó que en el año
96 ella y su familia se trasladaron a Palma y el subsahariano "«que
era como un hermano para nosotros»" viajó con ellos. Hasta la fecha
se había ganado la vida como vendedor ambulante y una vez en
Mallorca empezó a trabajar como peón de obra. «El problema es que
por el parque de Son Pizà hay gente muy rara; hay mucho trapicheo
de hachís y se junta gente indeseable», comentó ayer otro de los
amigos de Gary. Sea como fuere, el fallecido se había integrado
perfectamente a la vida en la Isla y residía, junto a unos amigos
andaluces, en una planta baja de la calle Emilio Darder, muy cerca
de donde fue asesinado.
Ayer, sus amistades colocaron un ramo de flores en el lugar
donde cayó abatido el joven africano y recordaron, emocionados, que
Gary «no se metía con nadie». El parque de Son Pizà permaneció ayer
cerrado al público y dos policías de uniforme custodiaron desde el
mediodía el recinto. «¿Qué ha pasado, por qué está cerrado?»,
preguntaban extrañadas algunas madres que querían pasear a sus
hijos y que recibían como respuesta un lacónico «mejor vuelvan
mañana». A la una de la tarde compareció el Grup Operatiu "la
unidad de policía judicial del 092" que realizó un completo
reportaje fotográfico en el parque.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.