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José Carmona Caparrós era uno de los nueve tripulantes del pesquero «Antonio Cid II» que logró sobrevivir al naufragio. «Entre todos intentamos ayudar a Abraham, que sólo llevaba cinco meses entre nosotros, pero él no sabía nadar y se murió». Este pescador, que es vecino de Almería, fue el único de los pescadores que no necesitó asistencia hospitalaria. Sin embargo, su rostro era el más fiel reflejo de la desagradable experiencia sufrida a unas dos millas de la costa de Capdepera. De hecho, el médico que le atendió en el puerto confirmó que el marinero presentaba un «síndrome postraumático».

El pescador contó que el «Antonio Cid III» había zarpado del puerto el pasado 21 de noviembre. «Soliamos estar unos dos meses pescando en alta mar, sin tocar tierra». Sobre las doce de la mañana de ayer notaron que la bomba de injección del motor de la embarcación tenía problemas. El mecánico del barco comprobó la avería y aconsejó al patrón que pusiera rumbo a tierra porque el problema era grave. «Nos encontrábamos a unas siete millas de Mallorca y decidimos acercanos a la Isla para arreglar la avería», contó el tripulante. Sin embargo, de pronto «el motor del pesquero se incendio. Casi no nos dio tiempo a reaccionar. Nos colocamos en la proa del barco y logramos arrojar al agua una zódiac auxiliar que llevábamos a bordo».

José Carmona recordó que primero se lanzaron al agua cuatro de los tripulantes. El resto lo hizo después. «No tuvimos ni tiempo a llamar por teléfono y avisar de lo que nos estaba pasando. Sólo pensábamos en salvarnos». Por fortuna, un llaüt que navega cerca del lugar del naufragio logró recoger a cuatro de los tripulantes. Unos subieron a la zódiac y el resto esperó en el agua la llegada de otras embarcaciones. «No es la primera vez que vivo un naufragio, pero éste es el más que grave que he sufrido. Es evidente que he vuelto a nacer». El médico del 061 que atendió al marinero le aconsejó que contara lo ocurrido para superar el trauma por la experiencia vivida. «Estuve 30 minutos en el agua esperando que alguien me recogiera. Casi no me he dado cuenta del frío, porque estaba muy nervioso ya que uno de nuestros compañeros había muerto ahogado».