La víctima, de 19 años de edad, mantuvo todas las acusaciones que
planteó hace ya cinco años contra su padre, al que acusó de haberla
sometido a todo tipo de agresiones sexuales desde que ella tenía
nueve años hasta que cumplió los once. «Me sentía sucia, pero no me
atrevía a denunciar a mi padre porque me amenazó con darme una
paliza». El acusado, Fermín M.M., niega todas las acusaciones que
se vertieron ayer contra él ante el tribunal de la Sección Primera
de la Audiencia de Palma, y mantiene que se trata de una venganza
de su hija por haber tomado la decisión de haberla ingresado en un
centro para menores.
El hombre explicó que en el año 91 se separó de su mujer y entre
los dos se repartieron a los hijos; las dos hijas mayores se
quedaron con la esposa y los dos menores con el acusado. Explicó
también que en aquellas fechas no tenía trabajo y no podía mantener
a sus hijos. Por ello decidió internarles en un centro. Señaló que
esta decisión no agradó a su hija, porque en el centro se marcaba
un horario, y que por ello ahora se venga. Además, dijo también que
le denunció días después de que tuviera una discusión con ella
porque no le agradaba el novio con el que salía.
Sin embargo, la menor dio todo tipo de detalle de cómo
supuestamente su padre la obligaba a realizar todo tipo de práctica
sexual cuando ella sólo tenía nueve años. Explicó que comenzó con
tocamientos y después «me obligaba a que le hiciera una felación.
También me intentó penetrar, pero no lo consiguió». La denunciante
explicó que al ser tan menor «creía que lo que me hacía mi padre
era normal, pero yo me sentía muy sucia por dentro». La menor, a
preguntas del fiscal, insistió en que tardó tanto tiempo en
denunciar los hechos porque «sentía miedo hacia mi padre.
Una vez le amenacé con denunciarle y me dio una paliza». Sin
embargo, después la testigo contó estos hechos a la educadora del
centro y denunció los hechos. Varios peritos que intervinieron en
este conflicto familiar coincidieron en decir que cuando la menor
ingresó en el centro sufría un daño emocional muy profundo, porque
sentía que su madre la rechazaba y su padre la sometía a estas
agresiones sexuales. «Parecía una niña derrotada por la vida». El
perito del juzgado manifestó que la versión que contaba la
denunciante era creíble.
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