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EFE-MALAGA La persona que mató a la joven de Mijas (Málaga) Rocío Wanninkhof «estaba descargando una gran cantidad de odio cuando dio las puñaladas», según declaró ayer uno de los guardias civiles que participó en la investigación. El agente explicó ante el jurado que juzga a la única acusada del crimen, Dolores Vázquez, cómo se encontró el cadáver de Rocío, y los pasos seguidos hasta la detención y el posterior ingreso en prisión de la inculpada.

Según la investigación de la Guardia Civil, las primeras gotas de sangre halladas en la Cala de Mijas revelan que el autor del crimen y Rocío se encontraron entre la acera y la calzada, y que «se conocían de antes», ya que el agresor le dio un pañuelo a la víctima para que se limpiara, algo que «no he visto en 21 años de servicio». Rocío, quien pudo perder el conocimiento en algún momento, fue arrastrada hacia un descampado, donde se produjo «una gran pérdida de sangre compatible con la muerte», tras lo que el agresor se marchó y regresó con un vehículo, lo que según los investigadores implica que conocía la zona.

Dado que un delincuente habitual «nunca hubiese vuelto por el cadáver» y que «no es normal que una persona se arriesgue a hacer 30 kilómetros por la N-340» para depositar el cuerpo en un paraje de una urbanización de Marbella porque «no quería que se quedara allí (en Mijas), la investigación se amplió al círculo próximo de Rocío. La Guardia Civil descubrió que la acusada había estado apuñalando un pasquín con la foto de Rocío antes de que se encontrara el cadáver.