Un terremoto de tres grados de intensidad en la escala Ritcher y
cuyo epicentro se ubicó entre Mallorca y Menorca se dejó sentir en
la medianoche de anteayer en las dos islas, aunque sólo levemente.
El Instituto Geográfico Nacional registró la sacudida de inmediato
y dio aviso a la Guardia Civil de Palma, que realizó algunas
gestiones y comprobó que no se habían producido daños.
El seísmo se registró a las 00.02 horas a 68 kilómetros al
noroeste de la isla de Menorca, en una latitud concreta de 40.27
grados Norte y una longitud de 3.37 grados Este. Varias personas
sintieron un ligero temblor y desde el aeropuerto de Menorca el
observador meteorológico se puso en contacto con el centro zonal de
Palma para comunicar que había oído «una especie de trueno». Los
operadores obtuvieron el registro de rayos casi al instante y
comprobaron que no había acumulación de aparato eléctrico en la
zona descrita y que, por tanto, era muy improbable que se hubiera
tratado de un trueno. En realidad, había sido un temblor de tres
grados de la escala Ritcher, que hizo vibrar los cristales de las
casas y sacudió ligeramente las paredes.
En Pollença y Alcúdia algunos vecinos notaron el fenómeno,
aunque lo cierto es que apenas fue perceptible. Estas personas
explicaron al día siguiente a la Policía Local que parecía «como si
pasara un camión de gran tonelaje cerca de la casa». Los expertos
en materia sismológica de la Isla aseguraron ayer que terremotos de
esta magnitud no tienen demasiada importancia «y son hasta cierto
punto normales». El panorama, sin embargo, habría cambiado si el
epicentro del temblor se hubiera registrado en una localidad y no
en alta mar, ya que habría sido más perceptible y podría haber
ocasionado daños de escasa significación.
Sea como fuere, en Mallorca, en los últimos años, se han
registrado temblores sin consecuencias, con cierta frecuencia. En
marzo de 1995 un terromoto de 2'6 grados de intensidad tuvo su
epicentro en Campos, y se prolongó durante varios segundos. En
abril de 1996 es Pla de Mallorca registró movimientos telúricos, en
concreto en Vilafranca de Bonany, Sant Joan, Lloret de Vista
Alegre, Petra y Montuïri. Días después la historia se repitió en la
localidad de Inca. En febrero de 1997 un temblor de tierra se dejó
sentir en Alcúdia y Búger y casi a la misma hora en la zona de
Establiments se detectó un movimiento similar. El centro
Sismológico de Madrid informó entonces que no se había tratado de
un terremoto propiamente dicho, sino de una sacudida leve de la
tierra, pero algunos vecinos de esas localidades avisaron al 112
del incidente.
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