Este mes pasará a la historia tal y como lo hizo el de septiembre
de 1989. En aquella fecha fueron las inundaciones, mientras que en
ésta un temporal que ha azotado sin piedad los pueblos de las
comarcas de Llevant, Migjorn y Pla de Mallorca.
Tanto la Naturaleza como la infraestructura urbana y los
ciudadanos han sufrido las consecuencias de estas inclemencias
meteorológicas. Cuantiosos daños y sustos, acompañaron la evolución
de estas visitas no deseadas: viento y agua sin control ni
medida.
La tempestad fue especialmente virulenta en los municipios del
Llevant. Capdepera, Son Servera, Manacor, Artà y Sant Llorenç
amanecieron ayer bajo un escenario desolador nunca visto: casas
destrozadas por la caída de árboles, desprendimientos de tejados,
balcones, paredes y vidrieras, carreteras, calles y caminos
cortados, señales de tráfico por los suelos, caos circulatorio y
muchos campos anegados.
Las principales quejas de los vecinos se basaron en las averías
del suministro eléctrico y abastecimiento de agua potable. Tales
fueron las pérdidas materiales, que se estiman en miles de
millones, que los alcaldes estudiarán a partir de hoy solicitar la
declaración de zona catastrófica, con el objetivo de obtener ayudas
para reparar los daños sufridos.
La situación caótica fue extrema en los núcleos costeros de Cala
Millor, Costa dels Pins, y Cala Rajada. En este sentido, decenas de
árboles cayeron en medio de la calzada obstruyendo la circulación
e, incluso, ocasionando desperfectos en vehículos y viviendas
particulares.
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