Palma no escapó en la noche del sábado a las devastadoras garras
del temporal. Desde primeras horas de la noche del sábado la lluvia
y el viento no dejaron de arreciar con una fuerza inusitada durante
toda la noche. Sin embargo, la situación mejoró a partir de la
mañana de ayer, pero el mal ya estaba hecho.
Los vecinos se despertaron y comprobaron cómo las calles estaban
inundadas, en el mejor de los casos, de hojas, que llegaron hasta
el interior de los portales, mientras que decenas de árboles no
pudieron resistir el empuje eólico y terminaron por derrumbarse.
Además de los árboles, los mayores damnificados de la tormentosa
noche fueron las vallas que protegen las innumerables obras
existentes en Palma. Prácticamente todas amanecieron en el suelo y
en algunos casos a varios metros de donde se encontraban
emplazadas.
Efectivos del Parque de Bomberos, Policía Local, Cuerpo Nacional
de Policía y Protección Civil trabajaron durante la noche del
sábado y todo el domingo a destajo para poner orden en el caos
generalizado.
Decenas de árboles fueron talados, ya sea porque se habían caído
por el viento o porque corrían riesgo de hacerlo. Más de uno
produjo importantes desperfectos en los coches aparcados en las
cercanías. Uno de los desperfectos más impresionantes fue el
sufrido en los campos de hierba artificial de Son Moix, en el que
cayeron dos torretas de luz al césped.
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