En la imagen, una fotografía reciente de la filóloga. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA.

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«Todos tenemos un sentimiento muy amargo; son momentos realmente duros. Las alumnas cada día preguntan si hay alguna novedad y los profesores están muy afectados anímicamente». La madre Serafina Vilanova, directora del colegio palmesano Santa Mónica, donde impartía clases Ana Eva Guasch, la filóloga desaparecida, declaró ayer a Ultima Hora que «todos tememos lo peor, pero hay que esperar». La religiosa recordó que el lunes 21 de octubre, cuando la joven profesora no acudió a trabajar, ella se encontraba de viaje en Honduras: «Me llamó una compañera y me preguntó si le había dado días de permiso antes de marcharme, pero creí recordar que no. No le di más vueltas hasta que volví a Palma y me contaron que no habían vuelto a saber nada de Ana Eva».

La filóloga, de 27 años, vivía sola en un piso de las inmediaciones del colegio, en la calle Aragón, y acudía cada día a impartir clases a sus alumnos de cuarto de ESO y segundo de bachiller. Nunca había tenido un comportamiento extraño, ni con su familia ni en el trabajo y la madre Serafina, muy a su pesar, opina que el asunto «tiene muy mala pinta». «Al principio llegamos a pensar que se había retirado para preparar su tesis, pero había cosas que no cuadraban. Ella no actúa así y además de su casa falta una maleta grande donde cabe una persona, una sábana, una colcha, un libro y el vestido que llevaba la noche antes. Todo esto es muy raro y siniestro», apuntó.

La responsable del centro docente reconoció que la desaparición de Ana Eva había disparado la rumorología y destacó que circulaban versiones tremendas sobre su paradero: «Algunos comentan que puede tratarse de un secuestro para el tráfico de órganos; otros que se la han llevado a un harén... Todo esto es terrible, aunque la verdad es que después de tantos días ya no sabemos qué pensar, estamos todos muy angustiados», aseguró. Serafina Vilanova destacó que Ana Eva impartía clases de castellano a ciudadanos árabes y de otros países, y muchos de ellos acudían a su casa de la calle Aragón. En este sentido, el domicilio de la profesora era de sobras conocido entre algunos sectores de inmigrantes y la religiosa no descarta que su desaparición tenga relación con alguno de estos individuos.

Sobre su estado anímico antes de la desaparición, la directora de Santa Mónica manifestó que era «perfecto, siempre estaba de buen humor y no tenía problemas. Estoy convencida de que si hubiera estado amenazada por alguien o se sintiera en peligro me lo hubiera comentado, porque nuestra relación era muy fluida». A este respecto, Serafina Vilanova recordó que hace un año Ana Eva pasó por una mala época al coincidir una lesión en un ojo con la ruptura sentimental con su novio: «Estaban haciéndose una casa en Puigpunyent y lo pasó muy mal, pero todo aquello pasó y se recuperó», apuntilló.

La responsable docente mostró también su extrañeza por el hecho de que en la casa de la filóloga no se hubieran descubierto indicios de violencia y se mostró convencida de que su desaparición no fue voluntaria. Las cuentas bancarias de la joven no han sido alteradas desde el 21 de octubre y ninguno de sus familias o allegados han tenido noticias de ella, ni directa ni tampoco indirectamente. En la madrugada del sábado 20 al domingo 21 de octubre, coincidiendo con la fiesta de las Vírgenes, Ana Eva y una amiga salieron por algunos locales y la filóloga regresó tarde a casa, bien entrada la madrugada. Todo indica que llegó a acostarse, ya que sus joyas aparecieron tal y como ella las dejaba antes de irse a dormir. Luego, lo que ocurrió es una incógnita, pero no se puede descartar que alguien llamara a su puerta o simulara una urgencia para entrar en la casa.