«Todos tenemos un sentimiento muy amargo; son momentos realmente
duros. Las alumnas cada día preguntan si hay alguna novedad y los
profesores están muy afectados anímicamente». La madre Serafina
Vilanova, directora del colegio palmesano Santa Mónica, donde
impartía clases Ana Eva Guasch, la filóloga desaparecida, declaró
ayer a Ultima Hora que «todos tememos lo peor,
pero hay que esperar». La religiosa recordó que el lunes 21 de
octubre, cuando la joven profesora no acudió a trabajar, ella se
encontraba de viaje en Honduras: «Me llamó una compañera y me
preguntó si le había dado días de permiso antes de marcharme, pero
creí recordar que no. No le di más vueltas hasta que volví a Palma
y me contaron que no habían vuelto a saber nada de Ana Eva».
La filóloga, de 27 años, vivía sola en un piso de las
inmediaciones del colegio, en la calle Aragón, y acudía cada día a
impartir clases a sus alumnos de cuarto de ESO y segundo de
bachiller. Nunca había tenido un comportamiento extraño, ni con su
familia ni en el trabajo y la madre Serafina, muy a su pesar, opina
que el asunto «tiene muy mala pinta». «Al principio llegamos a
pensar que se había retirado para preparar su tesis, pero había
cosas que no cuadraban. Ella no actúa así y además de su casa falta
una maleta grande donde cabe una persona, una sábana, una colcha,
un libro y el vestido que llevaba la noche antes. Todo esto es muy
raro y siniestro», apuntó.
La responsable del centro docente reconoció que la desaparición
de Ana Eva había disparado la rumorología y destacó que circulaban
versiones tremendas sobre su paradero: «Algunos comentan que puede
tratarse de un secuestro para el tráfico de órganos; otros que se
la han llevado a un harén... Todo esto es terrible, aunque la
verdad es que después de tantos días ya no sabemos qué pensar,
estamos todos muy angustiados», aseguró. Serafina Vilanova destacó
que Ana Eva impartía clases de castellano a ciudadanos árabes y de
otros países, y muchos de ellos acudían a su casa de la calle
Aragón. En este sentido, el domicilio de la profesora era de sobras
conocido entre algunos sectores de inmigrantes y la religiosa no
descarta que su desaparición tenga relación con alguno de estos
individuos.
Sobre su estado anímico antes de la desaparición, la directora
de Santa Mónica manifestó que era «perfecto, siempre estaba de buen
humor y no tenía problemas. Estoy convencida de que si hubiera
estado amenazada por alguien o se sintiera en peligro me lo hubiera
comentado, porque nuestra relación era muy fluida». A este
respecto, Serafina Vilanova recordó que hace un año Ana Eva pasó
por una mala época al coincidir una lesión en un ojo con la ruptura
sentimental con su novio: «Estaban haciéndose una casa en
Puigpunyent y lo pasó muy mal, pero todo aquello pasó y se
recuperó», apuntilló.
La responsable docente mostró también su extrañeza por el hecho
de que en la casa de la filóloga no se hubieran descubierto
indicios de violencia y se mostró convencida de que su desaparición
no fue voluntaria. Las cuentas bancarias de la joven no han sido
alteradas desde el 21 de octubre y ninguno de sus familias o
allegados han tenido noticias de ella, ni directa ni tampoco
indirectamente. En la madrugada del sábado 20 al domingo 21 de
octubre, coincidiendo con la fiesta de las Vírgenes, Ana Eva y una
amiga salieron por algunos locales y la filóloga regresó tarde a
casa, bien entrada la madrugada. Todo indica que llegó a acostarse,
ya que sus joyas aparecieron tal y como ella las dejaba antes de
irse a dormir. Luego, lo que ocurrió es una incógnita, pero no se
puede descartar que alguien llamara a su puerta o simulara una
urgencia para entrar en la casa.
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