La directora del colegio Santa Mónica de Palma, donde impartía clases la filóloga desaparecida.

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El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía ha confeccionado el retrato robot del por ahora único sospechoso en el caso de la desaparición de Ana Eva Guasch, la filóloga del colegio de Santa Mónica de la que no se tienen noticias desde el pasado 21 de octubre. Se trata de un individuo de estatura mediana-alta, con el cabello ondulado, ojos claros y que hablaba español. El boceto se ha realizado apoyándose en la declaración de los vecinos de la finca de la calle Aragón donde vivía la joven y que una semana después de la desaparición denunciaron que un sujeto había merodeado cuatro horas por el portal, el viernes día 19. Cuando uno de los residentes habló con él, este hombre explicó que estaba buscando a su novia, que supuestamente era Ana Eva.

Sin embargo, la filóloga había roto meses atrás su relación de varios años con un joven y no había vuelto a tener compañero sentimental. Otro dato que ha podido saber este periódico es que la policía ha pedido a los allegados de la profesora el trabajo que ésta realizó hace cinco años sobre las sectas. Ana Eva efectuó un amplio estudio sobre este tema, pero se trató de un trabajo de documentación, que no requirió que se pusiera en contacto con sectas o adeptos.

Otra novedad en la misteriosa desaparición es la conclusión de que la casa de la joven, un segundo piso, se encontraba «sutilmente alterada» cuando la familia y la policía la inspeccionó. El sábado día 20 de octubre, por la tarde, la filóloga recibió en la vivienda a ocho personas, entre amigos y familiares. Se trataba de un café informal, no de ninguna celebración, pero fue la última vez que fue vista con vida. La joven limpió la casa a consciencia para la ocasión y al día siguiente, domingo, no tenía previsto ordenarla de nuevo, ya que no tenía nuevas citas. Sin embargo, cuando la policía entró en el piso lo encontró perfectamente arreglado y limpio, y no deja de ser extraño que Ana Eva limpiara el sábado y volviera a hacerlo el domingo.

Con todo, éste no es el único detalle que no cuadra. La profesora siempre dejaba las persianas y las contraventanas abiertas; pues bien, el lunes las contraventanas aparecieron cerradas, algo muy anormal en esa casa. En el tambor de la lavadora había ropa amontonada, pero no la habían activado para que realizara la operación de lavado. Esta circunstancia tampoco era habitual en el comportamiento de Ana Eva, que nunca dejaba mucho tiempo las prendas de vestir en la lavadora sin encender para que no se estropearan o cogieran olores. Los muebles y los cojines del sofá tampoco estaban exactamente como los dejaba siempre la filóloga, aunque esos detalles pasaron al principio desapercibidos y ahora recobran importancia.

El sábado día 20 Ana Eva y una amiga acudieron a una fiesta de cumpleaños y visitaron algunos bares de la zona de Jaume II, por donde acostumbraban a salir los fines de semana. Esa noche nadie las molestó ni las acosó y se marcharon poco antes de las 3.00 horas, en el coche de la profesora. La filóloga dejó a su amiga en casa y se dirigió a su piso de la calle Aragón; era la 'noche de las vírgenes' y esa vía, como casi todos los fines de semana, estaba altamente transitada a esas horas de la madrugada.

Ana Eva aparcó el coche en una calle próxima y días después apareció en perfecto estado, sin señales de violencia ni indicios inquietantes. De que llegó a entrar en su casa hay constancia porque se metió en la cama y dejó sus joyas, pero a partir de ese momento algo tuvo que ocurrir. Durante todo el domingo no habló con nadie y el lunes ya no se presentó en el colegio de Santa Mónica, lo que encendió todas las luces de alarma, dado su carácter responsable. Casi tres meses después sigue el misterio.

Hace años realizó un trabajo sobre sectas
Tal y como adelantó este rotativo, el Grupo de Homicidios está barajando la posibilidad de que la filóloga hubiera sido captada por una secta. De hecho, los agentes están interesados en un trabajo que Ana Eva realizó hace unos cinco años, durante la carrera, sobre las sectas. El temor es que por aquel entonces contactara con gente 'indeseable', pero lo cierto es que no se trató de un trabajo de campo, sino que la profesora se basó en algunos estudios documentales para obtener la información y no entró en contacto con adeptos.