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EFE-LAGOS
Unas 580 víctimas habrían muerto ahogadas al precipitarse a un canal de agua cuando intentaban huir de las bolas de fuego y de las explosiones causadas por el siniestro, mientras que una veintena de personas perecieron calcinadas, señalaron testigos presenciales. El conducto de agua está situado en el distrito de Isolo, en el suroeste de Lagos, próximo al acuartelamiento y al aeropuerto de la ciudad, donde las autoridades ordenaron la partida inmediata de todos los vuelos internacionales, lo que, sumado al retumbar de las explosiones, aumentó el miedo entre los viajeros.

Las llamas, que se apoderaron de la mayor parte de los edificios militares, ocasionaron la explosión de bombas de grueso calibre y de varios misiles que cayeron en áreas residenciales situadas hasta a 30 kilómetros de distancia. Las explosiones incendiaron edificios, rompieron los vidrios de todas las ventanas y «sacudían la tierra como si se tratara de un seismo», según residentes de las zonas aledañas al cuartel. Varias dotaciones de bomberos, asistidas por militares y voluntarios civiles, trabajaron cerca de doce horas para apagar por completo el fuego en el cuartel, según las imágenes de la televisión nacional, que mostraron también como decenas de cadáveres eran extraídos del canal de Isolo.

Las autoridades locales no han podido determinar aun las causas del incendio, que destruyó una decena de fábricas en el área industrial de Ikeja donde se encuentra el destacamento militar, aunque confirmaron que hay abierta una «urgente investigación» ordenada por el Gobierno federal del país. Al comenzar las explosiones, cientos de miles de personas huyeron de sus hogares despavoridas en busca de refugio, después de que se propagara el rumor de que se trataba de una intentona de golpe de Estado por parte del Ejército. El presidente del país, que visitó la zona, ordenó que se investigue la tragedia. Por su parte, el gobernador de Laos calificó el incendio de «desastre nacional».