Medio centenar de policías intervino en esta redada, que se realizó el día 7 de julio del año 2000.

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El tribunal de la Sección Primera de la Audiencia de Palma inició ayer el juicio contra los nueve africanos, la mayoría de origen nigeriano, que están acusados de dedicarse a la venta de drogas en la Plaça d'Espanya. Estos individuos fueron detenidos en una redada policial que se desarrolló el día 7 de julio del año 2000. A pesar de que en su momento fueron más las personas detenidas en la redada, la Fiscalía de Palma sólo acusa a nueve de ellos de tráfico de drogas. Los acusados coincidieron ayer al declarar que ninguno ha vendido nunca droga en esta plaza. Sin embargo, el fiscal se guarda la carta de la declaración de los policías que aseguran que estuvieron vigilando a estos inmigrantes durante semanas y les vieron entregando sustancias prohibidas a sus clientes.

Los acusados son Timothy O., Pascual H., Osayomore E., Cliford F., Peter Marc I, Goodluck M., Justin O., Goostime O, Seydoy Mamadou B. y Mohamed A. Todos ellos están en libertad. El fiscal Gabriel Rul·lan sitúa a los tres primeros como los cabecillas de esta venta de drogas. La acusación, en sus conclusiones provisionales, reclama una condena de casi 32 años de prisión.

Tras recibir las quejas de los vecinos, que denunciaban la presencia de un grupo de personas de color que se dedicaba a la venta de drogas, la policía inició una investigación. Así, en efecto, se comprobó que los africanos, a primeras horas de la noche, se colocaban en puntos estratégicos de la Plaça d'Espanya y allí, disimuladamente, se dedicaban supuestamente a vender droga. La policía pudo observar cómo conductores de vehículos se detenían frente a estos africanos y tras varios segundos de conversación se producía una transacción, supuestamente de droga. En muchos casos la policía interceptaba después a los consumidores y les intervenía las sustancias que habían comprado. Estas personas no eran detenidas, pero se levantaba un acta de esta intervención.

La redada se practicó en la noche del día 7 de julio de 2000. Medio centenar de agentes se adentró con sorpresa en la plaza y sorprendió a los africanos. Algunos de ellos lograron darse a la fuga, pero después fueron detenidos. La policía utilizó la ayuda de los perros especialistas en la detección de drogas, para buscar sustancias en los escondites que habían creado los propios traficantes. De esta forma se intervinieron 76 envoltorios, que en total arrojaron un peso de casi medio kilo de hachís. También les intervinieron dinero en metálico. Se da la circunstancia que a uno de los detenidos le descubrieron cinco envoltorios con droga en la cárcel de Palma (donde estaba ingresado), que guardaba entre sus pertenencias. Aunque algunos de los acusados se enfrentan a penas mínimas de prisión, en caso de condena supondría su inmediata expulsión del país.