Un ingeniero yugoslavo, que es propietario de una vivienda en
Mallorca, ha sido juzgado esta semana acusado de un delito de
contrabando. Se le acusa de no haber declarado, al llegar al
aeropuerto de Son Sant Joan, un collar de la marca Cartier,
valorado en unos diez millones de pesetas, que había comprado en
Suiza para realizarle un regalo a su esposa. Los hechos se remontan
al pasado verano. Este hombre, por motivos laborales, realizó un
viaje a Suiza. Al coincidir con un aniversario de boda compró esta
valiosa joya. El ingeniero tiene su residencia habitual en
Alemania, pero antes de regresar a su casa, viajó a Mallorca para
comprobar el estado de su apartamento.
El hombre señaló en el juicio que las autoridades suizas le
dijeron que no era necesario declarar la joya. Sin embargo, al
llegar a Palma, cuando atravesaba el control policial, fue
detenido. El hombre cree que la policía suiza avisó a la de
Mallorca para comunicarle que viajaba un hombre que portaba una
valiosa joya que no había declarado en aduanas. El ingeniero afirma
que fue detenido antes de que atravesara el control de aduanas, por
lo que su abogado, Manuel Pomar, mantuvo en el juicio que no pudo
cometer ningún delito porque su cliente fue arrestado antes de que
lo cometiera. También mantiene el abogado que la presencia del
ingeniero en Mallorca era sólo por unas horas, ya que su intención
era viajar de inmediato a Alemania. Además, el acusado desconocía
que, por tratarse de una pieza valorada en más de tres millones de
pesetas, tuviera la obligación de declararla al atravesar la aduana
española.
El valioso collar Cartier está en estos momentos en poder de las
autoridades españolas. El hombre, por este motivo, quedó detenido,
fue conducido a los calabozos policiales y después presentado ante
el juez. El fiscal, a pesar de las explicaciones del ingeniero,
mantuvo contra él la acusación de contrabando. Aunque en un
principio reclamaba una condena de un año de prisión, tras el
juicio la redujo a seis meses. Sin embargo, en la cuestión
económica la Fiscalía reclama el pago de una multa de 25 millones
de pesetas. El abogado defensor no sólo solicita la absolución,
sino que entiende que la multa que se le reclama es
desproporcionada, puesto que si hubiera declarado la joya los
impuesto que hubiera pagado no superarían las 300 mil pesetas.
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