La fiscal Amparo González reclama una condena de tres años de
cárcel para la comerciante María Lluc G.T.S., y para los directivos
de la multinacional Roberto S., Francisco C.E. y Pedro M.S. La
primera es la propietaria de la empresa Azurra S.A, que tenía la
franquicia de la marca Benetton en Palma. La empresa explotaba
cuatro tiendas, pero en el año 1996 acumuló una deuda de 78
millones con la multinacional. Por ello, decidió traspasar los
negocios. Fue la empresa Cobalcasa la que se interesó por adquirir
dos de los cuatro locales, situados en la calle Jaime III y San
Nicolás de Palma. Alcanzó un acuerdo para quedarse por la
franquicia.
El precio del traspaso fue de 54 millones. Los empresarios
contactaron con los ejecutivos de esta prestigiosa marca italiana
en España y alcanzaron un acuerdo. Benetton España exigió la
entrega de un aval de 25 millones, además de que se realizaran
reformas en las tiendas. Antes de que los locales fueran
inaugurados, debido a que Benetton no había cobrado la deuda que le
debía Azurro, decidió presentar la propuesta de quiebra de esta
sociedad. El juez la aceptó y ordenó la ocupación judicial y cierre
de los locales que había adquirido la sociedad Cobalcasa. Esta
maniobra supuso que el empresario, no sólo perdiera el dinero que
pagó por el traspaso, sino que además no pudo explotar las
tiendas.
Los tres directivos de la multinacional textil sostuvieron ayer
ante el tribunal que su objetivo era cobrar el dinero que se les
debía, pero que la decisión de solicitar la quiebra fue de su
abogado, al descubrir que la sociedad Azurro estaba en fase de
desolución. Los acusados niegan que después de la ocupación de los
locales estuvieran presionando a los empresarios que pagaron el
traspaso para realizar una explotación conjunta de las tiendas, ni
que les exigieran 50 millones de pesetas a cambio de levantar la
quiebra. Sin embargo, reconocieron que durante los meses de junio a
septiembre de 1996 (desde que se acordó el traspaso hasta que se
ocuparon los locales) Benetton sirvió género a Cobacasa para que lo
vendiera.
Por otra parte, la dueña de Azurra dijo que su intención fue
pagar la deuda con Benetton con el traspaso de la tienda que
explotaba en la calle Aragón. Sin embargo, al declararse la quiebra
los dos locales que aún tenía fueron desahuciados, y la empresa
perdió los activos.
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