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La juez Piedad Marín, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Palma, ha acordado llevar a cabo la reconstrucción del crimen del Coll d'en Rabassa. Por tanto, esta semana, el presunto autor del asesinato, Alberto López, será excarcelado para regresar de nuevo al lugar donde ha reconocido que mató a su novia, Sandra González. Este crimen se produjo a principios de año en un domicilio situado en la barriada del Coll d'en Rabassa.

La juez ha acordado aceptar la propuesta que presentó el abogado defensor, Eduardo Valdivia, que descarta que el caso pueda entenderse como un asesinato, sino en todo caso de homicidio, lo que supondría una sanción más leve. Además, la defensa basa su estrategia en que esa noche tanto el acusado como su novia se encontraban bajo los efectos de las drogas, lo que supondría también una atenuante. El abogado pretende que el joven pueda detallar, en el mismo lugar de los hechos, como se desarrolló la pelea entre él y su novia, que terminó con la muerte de la mujer, que recibió un golpe en la cabeza con una maza y que también fue estrangulada.

En la declaración que realizó el acusado contó que el pasado día 2 de enero mantuvo una discusión con su novia. El joven afirma que en ese momento sentía remordimientos porque el último día del año había robado en casa de sus padres 850 mil pesetas, y quería devolver el dinero, que en su mayor parte gastó en la compra de droga. Alberto declaró también que Sandra se opuso a su propuesta de devolver el dinero, y que éste fue el motivo por el que discutieron. La autopsia practicada al cadáver confirmó que la mujer murió al recibir un fuerte golpe en la cabeza y que también fue estrangulada con la funda de una almohada. El acusado ha dicho, que primero la estranguló, y después la golpeó con el martillo.

El crimen no fue descubierto al momento, sino dos días después. El día 4 por la mañana la madre de Alberto se presentó en el domicilio que su hijo compartía con Sandra. Allí descubrió el cadáver de la mujer, que yacía en el suelo. El supuesto agresor se había intentado suicidar, primero arrojándose al cauce de un torrente y después cortándose las venas. En ambos intentos fracasó. Alberto López pasó unos días en el hospital y después ingresó en la prisión de Palma.