Se ha enfrentado a francotiradores en Sarajevo, a odios raciales en
Kosovo, ha perdido a amigos en el atentado contra las Torres
Gemelas, ha sofocado incendios en los cinco continentes y, sin
embargo, tiene claro quién es su único enemigo: el fuego. Robert
Triozzi es, a sus 45 años, uno de los bomberos más laureados del
mundo y ostenta el cargo de jefe de los equipos antiincendios de la
ONU. Sus compañeros lo consideran todo un 'mito' por sus amplios
conocimientos y, sobre todo, por sus actuaciones espectaculares. En
estos días imparte un cursillo en Palma invitado por los Bombers
Sense Fronteres y ayer explicó a Ultima Hora sus
experiencias dramáticas y sus impresiones sobre la caída de los dos
rascacielos de Nueva York.
"En la última década no ha parado de viajar a países en
desarrollo para instruir a bomberos: ¿Qué temía más, a los
incendios o a las guerras?
"Siempre que hay un conflicto bélico los riesgos son muy elevados,
pero los bomberos no tenemos bandera y nuestra única obsesión es el
fuego, al que hay que combatir rápida e inteligentemente. En 1993
fui como capitán de los bomberos a Sarajevo, cuando era una ciudad
sitiada por las tropas serbias, y lo peor de todo eran los
francotiradores. No respetaban ni a los bomberos, disparaban a todo
lo que se movía y cuando estábamos en medio de un tiroteo teníamos
que pedir ayuda por radio a los cascos azules y dar nuestra
posición sobre un mapa, para que nos rescataran.
"¿Cayeron muchos compañeros?
"Sólo en Sarajevo murieron 12 bomberos y otros 48 resultaron
heridos muy graves, con secuelas que les impidieron seguir
trabajando o llevando una vida normal.
"¿Cuándo fue nombrado jefe de los bomberos de la
ONU?
"Fue en 1994 y me destinaron a Roma. Luego viajé
ininterrumpidamente a Angola, Tanzania, Sudáfrica, Kenia,
Indonesia, Albania, Macedonia... Mi misión era instruir a los
bomberos locales y así, por ejemplo, en Angola enseñé cómo atajar
un incendio con petróleo y en Yakarta cómo sofocar un fuego en un
piso muy alto. Eran casos frecuentes en aquellos lugares, pero aún
así los bomberos no sabían muy bien como combatirlos.
"¿Qué le llevó a Kosovo?
"Debía inspeccionar los edificios que iban a ocupar los
funcionarios de la ONU, para determinar si eran seguros, y también
tenía que impartir cursillos a los bomberos albanokosovares. Estuve
26 meses reconstruyendo ese Cuerpo y surgieron situaciones tan
paradójicas como trágicas. En un pueblo serbio llamado Kosovo-Polje
los bomberos no podían trabajar porque los residentes no querían a
bomberos albaneses. Incluso nos vimos obligados a llamar a los
soldados de la ONU para que nos protegieran.
"¿Qué hacía el 11 de septiembre?
"Estaba en Roma. Sin embargo, minutos antes del primer impacto
contra las Torres estuve hablando por teléfono con mis compañeros
de Nueva York porque estábamos planificando la fiesta del 12 de
Octubre. Luego, vi por la televisión lo que vio todo el mundo y me
quedé de piedra.
"¿Por qué se desplomaron con aquella
rapidez?
"Fue un cúmulo de circunstancias: el acero, a esas temperaturas, se
afloja y pierde sus características. Las temperaturas que se
alcanzaron en pocos minutos fueron terroríficas y además los
sistemas antiincendios no funcionaron. Para llegar a esta
conclusión no hace falta hacer ningún estudio profundo, sino ver
las imágenes de las torres, envueltas en una nube negra de humo. Si
los extintores de cada piso hubieran saltado el humo habría salido
blanco o gris, no tan negro. Con esas circunstancias no es de
extrañar que los dos rascacielos cayeran.
"¿Qué tipo de clases teóricas imparte al Cos de
Bombers?
"Se trata de un curso sobre el papel de la ventilación en los
incendios. Es necesario que los profesionales sepan que se puede
trabajar mejor eliminando el humo que se acumula durante un
incendio a través de la ventilación. Provocar un descenso de la
temperatura es otro argumento técnico.
Guerra y fuego, una combinación mortífera
Las condiciones en que trabajan los bomberos son complicadas, pero
alcanzan cuotas inverosímiles cuando al temor del fuego hay que
añadir los peligros de un conflicto bélico. Triozzi tiene claro que
apagar fuegos en según qué países es, cuanto menos, una lotería
mortal. Minas en las calles, francotiradores apostados y artillería
pesaba arrojando bombas conforman en ocasiones el espacio vital en
el que deben moverse los bomberos, con el único arma de su
manguera. Triozzi es un «clásico» de los bomberos, toda una
leyenda, y su casco -en el que hay inscrito la palabra «Chief»
(jefe)- es el reflejo de su personalidad: chamuscado pero
resistente.
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