Los hechos se remontan a octubre de 2001. Según narra la
sentencia, efectivos de la Policía Local de Palma se percatan de
que un conocido miembro de un clan dedicado a la venta y
distribución de drogas en la calle Socorro entabla una relación
sospechosa con una vecina, carnicera de profesión. Los agentes, que
conocen que este tipo de clanes suelen aprovecharse de personas
carentes de antecedentes policiales, para transportar la droga a la
Isla sin levantar sospechas, se lo comunicaron al jefe del Grupo de
Estupefacientes de la UDYCO, que inmediatamente inició una
investigación.
Los efectivos del UDYCO averiguan que la condenada se desplaza a
Barcelona el 25 de octubre de 2001 en un viaje de ida que tendría
su regreso al día siguiente. En el aeropuerto de Son Sant Joan, se
procede a su detención, en la que se comprueba que la condenada,
que no facturó equipaje, portaba un kilo de heroína en un bolso y
en paquetes adheridos a los tobillos.
La mujer contó a la policía que había sido contratada como
'correo' por el otro acusado, Juan José G.C, quien ya contaba con
antecedentes por tráfico de drogas. Sin embargo, la mujer no quiso
corroborar esta confesión en el juicio, en el que aseguró que fue
otra persona quien la contrató. Sin embargo, por esas fechas la
policía decidió registrar la vivienda de la detenida, en la que se
encontraron con un gran desorden, provocado por la acción de algún
desconocido. Igualmente los agentes de la policía comprobaron que
la mujer había recibido algunos mensajes amenazantes en su teléfono
móvil.
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