Un vigilante jurado conmocionado por la tragedia que acababa de costarle la vida a la niña. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

TW
0
JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS La pequeña, su hermano de nueve años y sus padres habían acudido a la una de la tarde al centro comercial Porto Pí para dar un paseo por aquellas instalaciones y jugar en las máquinas recreativas del primer piso, muy cerca de las taquillas del cine.

Raquel se colocó junto a una máquina que cambia billetes por monedas, que de improviso cayó brutalmente sobre ella y la aplastó. La secuencia ocurrió delante de los padres, que comenzaron a gritar pidiendo ayuda y quedaron en estado de shock. Los trabajadores del centro acudieron rápidamente en auxilio de la niña, pero parece ser que las heridas eran tan severas que falleció al instante. Los minutos siguientes fueron de gran confusión y drama en aquellas instalaciones, normalmente abarrotadas de gente. Los padres de la criatura, ambos holandeses, no hablaban otro idioma que el suyo y mientras los responsables de Porto Pí buscaban a un intérprete se vivieron momentos muy duros, de gran angustia.

La sala donde ocurrió el accidente fue desalojada y los servicios sanitarios del 061 que llegaron con urgencia sólo pudieron certificar la muerte de Raquel. El Cuerpo Nacional de Policía se hizo cargo del caso y la investigación recayó en el Grupo de Homicidios, que inspeccionó la máquina que había aplastado a la niña extranjera y tomó declaración a los testigos, empleados y responsables del centro comercial

El centro quedó cerrado de dos a cuatro de la tarde, cuando se reabrió al público con la excepción de la sala de juegos recreativos, que quedó clausurada por decisión policial. Numerosos jóvenes que en el momento del accidente se encontraban en Porto Pí siguieron durante más de una hora el dramático episodio desde la calle y otros muchos peatones, al detectar el alboroto, se sumaron a los curiosos.