El centro penitenciario de Palma pondrá en marcha este mes el
Programa de Intercambio de Jeringuillas (PIJ) entre los presos que
lo soliciten. El programa se ha estado llevando a cabo de manera
experimental en otras cárceles del Estado desde 1997, y el 21 de
marzo del pasado año se aprobó una proposición no de ley en el
Congreso de los Diputados.
En la misma se instaba al Gobierno a implantar «los programas de
distribución gratuita de jeringuillas entre los reclusos
toxicómanos, a fin de evitar la propagación entre los mismos de
enfermedades contagiosas por vía hemética tales como la hepatitis o
el sida». Desde principios del presente año se ha ido implantando
el programa en distintos centros (en la actualidad son trece), y
ahora le ha tocado el turno al de Palma.
Distintos representantes sindicales han mostrado su
disconformidad con la implantación de este programa, entre otras
cosas por el peligro potencial que puede suponer el que un interno
disponga de una jeringuilla y la pueda utilizar como arma. Según la
Dirección General de Instituciones Penitenciarias «estos programas
han demostrado su eficacia en el medio extrapenitenciario y
constituyen un método preventivo de excelente relación
coste/efectividad».
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