Doce años después, la Oficina Federal de Aviación Civil ha
reaccionado y ha dispuesto una serie de medidas que, de haberse
adoptado en su momento, habrían evitado la tragedia. Así, en
adelante, siempre tendrá que haber al menos dos personas en la
torre de control y los sistemas de seguridad sólo podrán
desconectarse cuando estén disponibles controladores aéreos
adicionales.
Mientras tanto, el alcalde de la ciudad alemana de Constanza, en
cuyas inmediaciones se produjo la colisión aérea entre el avión
ruso y uno de flete de la compañía DHL, ha escrito al ministro
alemán de Transportes, Kurt Bodewig, para pedirle que no permita
que la seguridad del espacio aéreo fronterizo alemán siga en manos
de los controladores suizos. El alcalde, Horst Frank, del Partido
Verde, declaró que sus convecinos viven «en miedo constante por
culpa de Skyguide» y agregó: «Los movimientos en nuestro espacio
aéreo son demasiado importantes como para dejarles la
responsabilidad a los suizos».
El diario la Tribune de Geneve, explicó ayer por qué los
controladores aéreos del aeropuerto de Ginebra no pudieron dar el
aviso a sus colegas de Zúrich y sí lo hicieron los de la ciudad
alemana de Karlsruhe, que está a igual distancia. Ginebra está a
unos 250 kilómetros de Zúrich, más o menos a la misma distancia que
Karlsruhe, pero sus controladores no pueden ver el tráfico por
encima del lago de Constanza ya que su radio de acción no sobrepasa
los 250 kilómetros y dos tercios del espacio aéreo que observan
están en Francia.
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