La tormenta de verano más virulenta registrada en los últimos
treinta años en Berlín tiñó de tragedia las vacaciones de un grupo
de escolares en un idílico lago y dejó siete muertos en medio de un
paisaje arrasado.
Dos muchachos, de 14 y 16 años, perdieron la vida al caer ocho
gruesos árboles en el campamento juvenil de Schwanenwerder, una
pequeña isla de frondosos bosques a orillas del Wannsee, un lago de
las afueras de la capital. Otros cinco adultos murieron en
distintas zonas de Berlín y el Estado circundante de Brandeburgo,
al ser golpeados por troncos, cascotes y cubiertas de viviendas que
fueron arrastrados por vientos huracanados de 152 kilómetros por
hora.
En la noche del martes y en apenas media hora, el temporal causó
siete muertos, al menos 26 heridos -entre ellos, otros 13 menores
del mismo campamento- y 1.150 árboles derribados, informaron ayer
fuentes policiales.
Los dos menores fallecidos, procedentes de Berlín y Frankfurt,
participaban en una acampada de 160 muchachos de toda Alemania, que
esa tarde había recibido la visita de un grupo de adolescentes de
Nueva York, huérfanos de los atentados del 11 de septiembre contra
las Torres Gemelas.
La primera intención de los neoyorquinos era pernoctar en el
campamento, pero finalmente regresaron a su hotel, en el centro de
Berlín, mientras se extendía por la ciudad la alerta ante los
vientos huracanados que desde media tarde cruzaban Alemania y que
alcanzaron la capital sobre las 19.30 hora local.
Hasta ese momento, los berlineses y turistas habían buscado
«refugio» del calor sofocante de la jornada, en que se registraron
temperaturas de hasta 34 grados, en piscinas, terrazas de
cervecerías y cafeterías.
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