La mujer, de 30 años, y su marido, de 37, residen en una casa de la
calle Asunción de Portocolom, con sus dos hijas. En la noche de
ayer un primo de las menores, de 12 años, y un amigo, de 15, se
quedaron a dormir en la vivienda, sin que nadie sospechara que el
calentador de agua a gas butano tenía un funcionamiento
defectuoso.
El padre de las niñas, de hecho, notó un olor extraño, pero no
le dio mayor importancia. La familia y los dos invitados, entonces,
se acostaron y sobre las tres de la madrugada, aproximadamente, el
varón se despertó con el llanto de una de las niñas. Sufría un
intenso dolor de cabeza, acompañado de náuseas y de vómitos. Sin
embargo, lo que realmente alarmó al padre es que él tampoco se
encontraba nada bien, por lo que se planteó seriamente la
posibilidad de que se estuvieran intoxicando lentamente. Sin
demora, despertó al resto de la familia y todos se desplazaron
hasta el Hospital de Manacor, donde se les diagnosticó intoxicación
por monóxido de carbono. El caso que más preocupaba a los médicos
era el de la madre, embarazada de 25 semanas, y también alarmó la
posibilidad de que los niños sufrieran secuelas, por lo que se
decidió evacuarlos hasta la clínica Juaneda de Palma, para ser
tratados en la cámara hiperbárica. «Si el padre no se hubiera
despertado a tiempo, posiblemente estarían todos muertos», explicó
ayer el doctor Joan Miquel Batle, responsable del equipo médico que
controla la cámara. Los seis afectados se introdujeron en aquel
habitáculo, de unos cuatro metros de largo por dos de alto, y
fueron sometidos a una presión equivalente a 20 metros de
profundidad en el agua, respirando oxígeno puro a través de una
mascarilla especial. El tratamiento duró tres horas y a su
conclusión los intoxicados estaban, en apariencia, completamente
restablecidos. Sin embargo, fueron reenviados al hospital de
Manacor para realizarles un seguimiento de control.
«La familia llegó a las siete y cuarto de la mañana y a las diez
ya se les había aplicado el tratamiento», contó Batle, que añadió
que un ATS entró con los afectados en la cámara para que no se
sintieran angustiados o sufrieran de claustrofobia. «Es bueno que
un profesional les hable y los entretenga, para que el tiempo que
pasan dentro se les haga más llevadero», añadió. La mujer
embarazada era la que presentaba un aspecto más preocupante, con el
rostro lívido y pocas ganas de hablar, pero el tratamiento le hizo
efecto y se recuperó con celeridad. Una de las niñas también estaba
como adormilada, y finalmente recobró la vitalidad. Por su parte,
la Policía Local de Felanitx y la Guardia Civil han abierto una
investigación sobre el origen de la fuga de monóxido.
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