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«Mi suegra no es especialmente agraciada. Y además no siento ninguna atracción hacia ella, así que imagínese lo que sentía cuando me decía: 'Ven aquí, bomboncito'. Ha sido un calvario, pero yo estaba tan enamorado de su hija que no tenía otro remedio que acostarme con ella». Un vecino de Calvià de 29 años ha denunciado ante la Policía Local y en el Juzgado de Instrucción número 1 de Palma que la madre de su novia lo acosó durante años y lo obligó a mantener relaciones sexuales. J.L., el denunciante, grabó uno de los encuentros en vídeo «para que esa mujer me dejara en paz» y ahora teme represalias.

«La señora en cuestión era mi vecina y cuando yo rompí con mi novia de toda la vida me apoyó mucho. Tiene una hija que por entonces era menor de edad y ya desde el principio me dijo que la niña estaba enamorada de mí. Yo no le hice caso, pero al final, por cosas de la vida, nos juntamos. La suegra nos apoyaba en todo, pero a los tres meses cambió de actitud», cuenta J.L. a Ultima Hora. El joven se refiere a la primera propuesta «caliente» que le hizo la señora: «Me dijo que estaba enamorada de mí y yo me quedé impresionado. Luego empezó a castigar a su hija para que no la viera y me dijo bien claro que si quería reanudar la relación tenía que irme a la cama con ella». El muchacho aceptó -«aunque lo hacía asqueado»- y durante cuatro años tuvo que someterse a ese chantaje, que se repetía cada cuatro o cinco meses.

En junio hubo una gran pelea en la familia política y su novia fue expulsada de casa «por lo que se vino a vivir a la mía». La chica no sabía nada de la doble relación, pero la convivencia fue muy difícil. «Era mucho más joven que yo y salía por ahí, mientras que yo soy más solitario y no piso nunca una discoteca», añade. A esa tensión en el noviazgo se sumaron los acosos de la suegra, «que cuando supo que tenía casa propia se empeñó en que fuéramos allí». En verano J.L., ya extenuado, le tendió una trampa. Grabó uno de los encuentros sexuales en vídeo. El ardid era una carta en la manga para el amante a la fuerza. Podía enseñarla al marido de la señora «y acabar de una vez por todas con esta historia». En cualquier caso, la trama se complicó. El 17 de agosto los novios rompieron; la chica le recriminó que se sentía agobiada y en el piso de él sobrevino un episodio violento. «Yo ya estaba muy cansado, así que cuando me dijo que se iba me hice el indiferente. Eso enfureció a mi novia, que se puso histérica y llamó a su madre». La suegra se presentó en el apartamento, así como la madre de J.L. La primera, nada más entrar, «comenzó a buscar entre los cajones, gritando que quería la cinta. Mi madre estaba espantada, porque tenemos vecinos, y le decía que se tranquilizara, que todo se podía solucionar hablando». La tribulaciones del dueño del piso no acabaron aquí. Su novia pidió a la madre, a viva voz, si era cierto que se estaban acostando a sus espaldas, y la señora lo admitió. «Entonces la chica cogió unas tijeras y me las quiso clavar. En el forcejeo las soltó, pero luego empezó a golpearme el pecho. Yo pensaba que lo hacía con los puños, pero había cogido un bolígrafo y me hirió». La suegra y la madre seguían discutiendo en la sala, mientras en el cuarto tenía lugar esta escena. Los gritos de la chica alarmaron a la progenitora, que pensó que J.L. la había agredido. «Yo les dije que ya estaba bien, y que iba a llamar a la policía, a lo que ella me respondió que si decía algo de la cinta de vídeo diría que había violado a su hija, porque era menor», prosigue.

J.L., hundido, fue atendido en el PAC de Santa Ponça y acabó declarando ante la Policía Local de Calvià. La suegra también fue interrogada y sobre las relaciones con su yerno aclaró: «Es cierto, pero sólo nos concierne a nosotros». Desde entonces, la vida del zagal se ha complicado mucho y ha sido interrogado en el Juzgado de Instrucción número 1, que ha dictado una orden de alejamiento contra él, y en la policía. Incluso fue citado recientemente en la Guardia Civil. «Y eso que en esta historia el único acosado he sido yo», se lamenta J.L.