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El bailaor Juan Manuel Fernández Montoya, «Farruquito», reconoció ayer el atropello mortal de un peatón, asumió toda la responsabilidad del montaje urdido para culpar a su hermano menor de edad y dijo que lo hizo porque temió por su carrera y porque mucha de su gente está a su cargo.

«Farruquito» declaró durante una hora y comenzó con una sorprendente afirmación, cuando la juez le hizo la pregunta de rigor de si se declaraba culpable o inocente y respondió: «No sé si soy culpable o inocente».

En la primera jornada del juicio «Farruquito» aseguró que cuando ocurrió el atropello no circulaba a gran velocidad puesto que iba en segunda y añadió que intentó eludir al peatón dando un volantazo, pero la maniobra se vio dificultada porque eran dos personas las que cruzaban la calle y cada una salió huyendo en una dirección.

En contra de sus primeras declaraciones al ser detenido, cuando culpó al empresario O.B.P. -también procesado- de haber urdido un plan para culpar a su hermano menor de edad del atropello, ayer aseguró que la idea fue exclusivamente suya e incluso explicó que él mismo se sorprendió de todo «lo que contó» su hermano cuando se autoinculpó ante la policía. El bailaor, para quien el fiscal pide tres años y tres meses de cárcel, dijo a la juez que tras atropellar mortalmente a Benjamín Olalla cuando salía del Polideportivo San Pablo de Sevilla huyó del lugar del accidente porque tuvo «miedo a todo», al futuro de su carrera y a lo que le podía pasar a su gente si él «entraba en la cárcel».

Según su declaración, tras el atropello miró hacia atrás y comprobó que había cuatro o cinco personas atendiendo a la víctima, que alguna de ellas hablaba por móvil y otras le hacían gestos amenazantes con los brazos, por lo que se asustó y huyó, tras invadir el carril contrario para sobrepasar a dos coches que esperaban en un semáforo.

«Farruquito» conducía sin tener carné de conducir y sin seguro de su coche BMW, pero en su defensa argumentó que «sabía conducir perfectamente» y que pocos meses después aprobó «a la primera con sólo dos clases, aunque el profesor de la autoescuela tuvo que certificar que dio «todas las reglamentarias».

El bailaor, arropado por una decena de familiares, declaró sereno pero a lo largo de su declaración tuvo que beber agua varias veces e incluso la juez le autorizó a sentarse, a petición de un abogado que constató «lo mal que lo está pasando».