Pascal Haroun tenía 38 años. Vivía en Cala Rajada, con su mujer y
sus dos hijos, de 12 y 8 años. Este era su último verano trabajando
en la Isla, ya que tenía previsto viajar a Galicia con toda su
familia. Pero los planes de Pascal se truncaron en la medianoche
del miércoles al jueves, en un tramo recto de la carretera que une
la Colònia de Sant Pere con Betlem, en Artà.
El compañero sólo sufrió golpes y contusiones de carácter leve y
fue pidió ayuda desde un teléfono móvil.
Él y su compañero habían estado recogiendo basura en un camión
de la empresa Rebalim, donde llevaba seis años contratado. Habían
descargado los contenedores de la Colònia y a las 23.30 horas se
dirigieron a Betlem. En el kilómetro 1.200, a la salida de una
curva y tras enfilar un tramo recto, Pascal perdió el control del
camión de la basura y se estrelló a una velocidad considerable
contra el muro de la entrada de una finca, en el margen derecho. No
hubo frenada y el impacto del vehículo, que pesa 26 toneladas, fue
tremendo. El trabajador de origen francés, que no llevaba el
cinturón de seguridad, salió despedido por la puerta del piloto,
con la mala suerte de que cayó bajo la pared que se estaba
desplomando y fue aplastado por las piedras.
Hasta aquel punto kilométrico se desplazaron efectivos de la
Guardia Civil y de los servicios sanitarios, que ya no pudieron
hacer nada por el operario. Los bomberos también fueron
movilizados, ya que el cadáver había quedado parcialmente sepultado
y fue necesario que lo rescataran. La empresa funeraria se hizo
cargo de los restos mortales del trabajador y por la mañana una
grúa retiró el Renault 300 de la empresa Rebalim, que había sufrido
cuantiosos daños materiales, sobre todo en la cabina.
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