Las diligencias han sido frenéticas y durante estos días se han
sucedido las declaraciones de testigos, el análisis de pruebas y
otros detalles que los expertos de Homicidios han tenido muy en
cuenta. De las hipótesis iniciales que apuntaban a una supuesta
implicación del policía Pablo Riquelme, compañero de Ligia, se ha
pasado a otra diametralmente opuesta: la del doble crimen y
posterior suicidio de la mujer dominicana. La madre, en la noche
del jueves, fue a unos multicines de Palma con Samantha y Carolina
y después las tres se desplazaron al piso que la pareja acababa de
adquirir en la calle Morlà, en Son Espanyolet. Ligia y Pablo
todavía no habían firmado la escritura, pero habían pedido las
llaves a los vendedores para poder vivir allí. La mujer padecía una
profunda depresión, que su compañero no había detectado, y escribió
algunas cartas explicando que quería «quitarse de en medio». Esa
noche, según parece, se apoderó de la pistola que el policía
guardaba en el altillo de su lavacoches. No era el arma
reglamentaria del ex secretario regional del SUP, sino otra de su
propiedad. Entre la medianoche y la madrugada disparó contra las
dos niñas, que dormían, y les colocó un cojín a la altura del pecho
para silenciar la detonación. Samantha y Carolina murieron en sus
respectivos cuartos, sobre la cama. A continuación, siempre según
los resultados actuales de la investigación, la mujer dominicana
llegó al cuarto de matrimonio y se suicidó con la misma arma.
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