A la una de la tarde Antonia, la víctima, escuchó que alguien
llamaba al interfono de su puerta, en la calle Antonio Cánovas de
Muro. La mujer miró por la cámara de seguridad y divisó a dos
hombres, que le dijeron que le traían un paquete para su marido.
Como medida de precaución no les abrió, pero recordó que a lo largo
de esta semana la habían estado llamando por teléfono anunciado el
envío de un misterioso encargo para su esposo constructor. Sin caer
en que podían seguir en el portal esperando, Antonia salió a la
calle para comprar el pan y en cuanto abrió la puerta tres
individuos se abalanzaron sobre ella. Eran los dos del interfono
más otro que cubría su rostro con un pasamontañas.
La señora no tuvo tiempo de reaccionar. La trataron con rudeza,
la empujaron y finalmente le ataron las manos con celo. Uno de
ellos le colocó el pasamontañas para que no viera lo que hacían.
Buscaban dinero y encontraron 1.000 euros que la mujer guardaba
para hacer frente a un pago inmediato. El botín era insuficiente y
comenzaron a torturarla: le golpearon, le gritaron, le colocaron un
cuchillo en el cuello y también una escopeta del marido que
encontraron en la casa. Querían saber a cualquier precio la
combinación de la caja fuerte y le advirtieron que estaban
dispuestos a matarla si no colaboraba con ellos.
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