Veinte años después de producirse el terremoto he vuelto a
México, también por una desgracia, un huracán, que ha asolado gran
parte de la península del Yucatán, en la que veranean muchos
turistas -en esa semana del desastre, más de 45.000- y en la que
tienen intereses empresarios de Balears.
A media tarde de ayer llegué a este aeropuerto, y era tal el
trafico en él, que no cabía ni un avión más en su pista, de ahí que
tuviéramos que permanecer más de cuatro horas esperando hasta
recoger las maletas. Total, que tras pasar el control de
pasaportes, era ya noche oscura, lo cual me creaba un problema,
pues sin conocer las carreteras, ¿cómo, y a qué hora, llegaba yo en
un coche de alquiler a la playa del Carmen, a 60 Km. de Cancún, o
lo que es lo mismo, a 360 de donde estaba ahora?
Y al igual que entonces, México, sobre todo en la zona que le
toca la desgracia, es el caos. De por si un país con problemas
notables de organización, ahora, tratando de recobrar la normalidad
después de la embestida del 'Wilma', imagínense cómo puede ser,
sobre todo en su principal núcleo: Hoteles desvastados, algunos de
los cuales ni siquiera podrán reconstruirse, zonas verdes de los
alrededores prácticamente destruidas, embarcaciones sobre los
muelles, negocios que tienen que ver con el turismo completamente
desmantelados, atracos a punta de pistola a plena luz del día,
escasez de prácticamente de todo y desbandada general de los
turistas que, tratando de huir, se agolpan en el aeropuerto de
Mérida, pequeño, y en días normales con media docena de vuelos,
pero ahora totalmente desbordado.
«Ni se le ocurra ir en coche -me recomendó el funcionario de la
embajada española-. Ni se le ocurra. Aparte de que hay tramos de
autopista por los que a duras penas se puede circular con un todo
terreno, de noche sobre todo, numerosas pandillas asaltan, ya bien
echando un tronco sobre el asfalto, o una rueda de coche, para que
te detengas». Además, en Cancún hay toque de queda a partir de las
7 de la tarde.
No sé de dónde han salido, pero por lo visto hay mucho ladrón
sin escrúpulos suelto, tanto en las calles de la ciudad como en la
autopista. Así que me quedé en Mérida a la espera de que
amaneciera. La de turistas que había en el aeropuerto que aún
pretendían salir. Air Europa se había traído gente experimentada en
estos quehaceres de Madrid y de Palma con el fin de ir sacándolos
de forma ordenada. Gloria Fouto, de Air Europa, que llegó en mi
mismo avión, y que se puso a trabajar a nada que puso los pies en
la terminal mexicana, me comentó, despidiendo el vuelo de esta
compañía que partía sobre las nueve de la noche con algunos -pocos-
mallorquines a bordo, «que desde anteayer a hoy hemos repatriado
unos 800, y tengo entendido que quedan aun unos 200 en un hotel de
la Playa del Carmen que seguramente regresarán el sábado».
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