Prisión incondicional para Fernando Carballo. El joven uruguayo que
degolló a su esposa el martes en Inca declaró ayer ante el juez que
instruye las diligencias y sostuvo, como ya había hecho ante la
Guardia Civil, que en realidad se defendió de Tamara, ya que era
ella quién quería apuñalarlo. El magistrado no creyó su versión y
decretó su encarcelamiento.
Según él, riñeron por problemas domésticos y Tamara, muy exaltada,
se abalanzó sobre él blandiendo un cuchillo. Tras el forcejeo, sin
saber muy bien cómo, ella fue degollada.
Desde el martes por la tarde, cuando fue detenido, el acusado ha
estado privado de libertad en los calabozos de la Guardia Civil de
Pollença. El miércoles se tomó manifestación a vecinos y amigos de
la pareja, y el jueves se inició el interrogatorio de Fernando.
Negó que su intención hubiera sido degollar a su todavía mujer y
presentó un relato diametralmente distinto al que sostienen los
investigadores.
Ayer, ante el magistrado del Juzgado de Instrucción Número 5 de
Inca, Fernando mantuvo una versión similar de los hechos. Para la
Guardia Civil, en cambio, se trató de un intento de asesinato en
toda regla. Ella estaba acogida en un centro especial para mujeres
maltratadas, con sus dos hijos de 1 y 2 años, y en la tarde del
martes acudió a su casa de la calle Fray Antoni Torrens, donde la
esperaba su esposo. Que discutieron parece ser que es en lo único
en lo que ambos coinciden. Luego, él cogió un cuchillo y se lo
clavó en las cervicales. La puñalada, que llegó a la carótida, la
degolló y Tamara salió a la calle en estado muy grave, sangrando de
forma abundante. Los vecinos la ayudaron a taponar la hemorragia y
una patrulla de la Policía Local la evacuó a toda prisa hasta el
PAC (Punto de Asistencia Continuada), donde le practicaron las
primeras curas.
Su estado era muy delicado y de allí fue enviada a la UCI de Son
Dureta. Esa misma noche fue operada y le realizaron una
traqueotomía. Su evolución fue muy favorable y el miércoles por la
tarde ya estaba en planta, en una habitación normal. Aún no puede
articular palabra y se hace entender con un bolígrafo y un papel.
En al menos dos ocasiones ella lo había denunciado por malos tratos
domésticos, la última en septiembre pasado. La víctima sentía
pánico hacia Fernando y pidió ayuda porque no quería seguir
viviendo bajo el mismo techo, ya que temía por su integridad. Así
pues, fue acogida en un centro especial mientras se solucionaba su
situación.
En la declaración de ayer en los juzgados de Inca Fernando
Carballo estuvo asistido por su abogado. El juez ordenó su ingreso
en prisión y casi con seguridad no saldrá hasta que se celebre el
juicio.
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