Como cada día de trabajo, María del Carmen y Elena abrieron ayer a
las 06.00 horas el restaurante Casa Iván, en el Coll d'en Rabassa,
sin pensar en el enorme susto que se iban a llevar al cabo de poco
más de una hora, cuando un incendio destruyó totalmente el local.
Al poco tiempo de abrir ambas comenzaron a realizar las tareas
habituales de limpieza.
Tras el incendio, los trabajadores y familiares pasaron la mañana
en un bar cercano digiriendo lo sucedido, aún manchados de hollín y
un tanto nerviosos, fumando un cigarrillo tras otro mientras los
vecinos del Coll se acercaban al establecimiento, acordonado y con
los toldos de la parte exterior quemados. Nadie se explica cómo
pudo originarse el fuego, ya que hace apenas dos meses se revisaron
y cambiaron las instalaciones de gas y todo estaba en orden, según
explicaba María del Carmen. Además, no comprenden por qué el fuego
se extendió con tanta rapidez.
Sobre las 07.00 horas, Elena encendió la enorme freidora de
aceite para hacer churros y se fue a cortar fiambre a otra
habitación. En ese momento el local estaba ocupado por una decena
de clientes, y uno de ellos llamó la atención a la camarera al ver
que algo extraño sucedía en la cocina.
La mujer se acercó al lugar pensando que el aceite había
provocado algo de humo al calentarse, cuando la sorprendieron unas
enormes llamaradas que surgieron de la freidora y se alzaron hasta
el techo. «En ese momento fui a toda prisa para llevarme una
bombona de butano de la cocina y hubo una explosión», explica
Elena. Antes de salir, uno de los clientes tuvo el valor de ir
hasta la freidora con un extintor para intentar apagar las llamas,
aunque la virulencia del fuego le obligó a desistir. Los clientes
salieron corriendo del local y en pocos segundos el fuego invadió
el salón principal, quemando la barra, sillas, mesas y todo lo que
se ponía por delante.
María del Carmen explica que salvó la vida gracias a que en esos
momentos no se encontraba en el almacén. «Todo ha sido tan rápido
que no me habría dado tiempo a escapar viva», decía ayer.
Los bomberos de Palma y la policía local se desplazaron al lugar
y trabajaron durante largo rato para apagar las llamas y ventilar
la zona, ya que la gran cantidad de plástico quemado provocó una
humareda muy densa y tóxica.
El fuego también obligó a evacuar la finca de tres pisos que
está sobre el restaurante, ubicado en el número 23 de la Avenida
Cardenal Rossell.
Ayer a mediodía, el panorama dentro del restaurante seguía
siendo desolador, con tuberías y cables tirados por el salón,
paredes negras, mesas carbonizadas, un televisor fundido, sillas
destrozadas y un gran chorro de agua de la vivienda del primer piso
cayendo al interior de la sala, que estaba medio inundada mientras
caían trozos del falso techo al suelo.
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