Agentes del CNP vigilan a un grupo de pandilleros para que no entren en el parque de Son Oliva, ayer por la tarde. Foto: E.L.V.

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EMILIO LÓPEZ VERDÚ
Un grupo de veinte pandilleros se apoyaba ayer con desgana en coches y señales de tráfico ante la entrada del parque de sa Fertilitzadora, en Son Oliva. Justo delante, un nutrido grupo de agentes del CNP y policía local impedía su acceso al parque. Mientras los policías identificaban a algunos de los presentes, un Audi paró ante el grupo y el conductor les gritó: «Hijos de puta, os vamos a matar a todos!» Este es uno de los síntomas de la tensión que se respiraba ayer por la tarde en la barriada, y que explotó el pasado sábado con una multitudinaria persecución por las calles de Palma. Según varios vecinos el conflicto comenzó el viernes, cuando cuatro pandilleros golpearon a un joven de la barriada con bates de béisbol.

Un grupo de vecinos se reunió al día siguiente para echar del lugar a la banda. Sin embargo la situación se descontroló, ya que en el lugar se juntaron casi doscientas personas. La tensión fue en aumento hasta que la banda echó a correr perseguida por un numerosísimo grupo de vecinos. La multitud atravesó el puente de hierro provisional sobre el Parc de ses Estacions y se internó en las tranquilas calles de Son Forteza, donde los pandilleros se disgregaron. En el camino, arrojaron una botella de cristal a sus perseguidores, y éstos arrancaron una señal de tráfico con la intención de golpearles. Posteriormente, la policía halló bates de béisbol y barras bajo algunos coches.

«Aquí cada día pasan cosas» asegura resignado uno de los vecinos, mientras la empleada de un bar explicaba que las pandillas se reúnen en sa Fertilitzadora desde el desmantelamiento del Parc de ses Estacions. Desde entonces, afirma que los grupos se han adueñado del parque, hasta el punto de que obligan a los jóvenes de la zona a pagar por jugar en las canchas de baloncesto públicas. También aseguran que es normal verles celebrar combates de boxeo en plena plaza.