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JAVIER JIMÉNEZ
Un energúmeno arrojó ayer a un pozo vacío de Santa Maria a cinco gatitos. Su intención era que los felinos murieran de hambre, pero no contó con el buen oído de una vecina, que escuchó maullidos y contactó con los bomberos. Efectivos del parque de Inca se desplazaron hasta ses cases de Son Llaüt, cerca del polígono de Santa María, y confirmaron que en el fondo de la cisterna había animales vivos. Uno de los ejemplares parecía muerto, pero luego reaccionó. Los especialistas descendieron por el agujero y rescataron a los gatitos. Las crías, nerviosas y desesperadas, fueron entregadas a los servicios de protección de animales. Los bomberos explicaron que es trístemente habitual encontrar bolsas cerradas con gatos muertos dentro en pozos y también en contenedores de basura. Las mascotas mueren por asfixia.