Un sudamericano yace semiinconsciente junto a un portal, tras una noche de excesos, según los vecinos.

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La factura del teléfono de Dolors Sastre lo dice todo. En dos meses ha llamado 19 veces a la Policía Local de Palma y ha pasado 49 minutos y 25 segundos contando que su calle, Marià Aguiló, es un polvorín. Otras vías próximas, como Marian Canals o Fausto Morell, padecen la misma enfermedad: peleas continuas de sudamericanos, tráfico de drogas, borracheras sonadas los fines de semana y, en definitiva, un deterioro progresivo de la barriada.

El centro neurálgico de toda la polémica entre españoles y bolivianos es un bar regentado por un sudamericano, ubicado en la calle Marià Aguiló. Allí, los fines de semana, la situación se descontrola. El local, según han denunciado reiteradamente los vecinos, no tiene licencia de apertura y carece, incluso, de baño. La cerveza se sirve de manera indiscriminada y al final de la noche comienzan a hacerse patentes los efectos de las borracheras: orinan y defecan en la calle, golpean a los coches aparcados, amenazan e insultan a los vecinos, se quedan dormidos en los portales y se pelean brutalmente. Los vecinos no pueden conciliar el sueño y cuando protestan son tachados de racistas. «El domingo llamamos la atención a un coche con bolivianos que tenía la música a tope, como siempre. De repente, algún vecino indignado tiró un huevo a la calle y ya se armó. Tuvimos que llamar a la policía», cuenta Dolors, una de las afectadas. Al día siguiente el local de uno de los residentes apareció pintado con spray: «Nazis, sois unos capullos».

«Lo peor de todo es que te acabas por acostumbrar. Sólo queremos que el ayuntamiento nos dé una explicación, nada más. La policía viene cada dos por tres y el bar sigue abierto, las peleas y la inseguridad continúan. Alguien de Cort debería dar la cara, si no es mucho pedir. O quizá lo hagan en época de elecciones», ironiza otro de los perjudicados. Un dato que inquieta es que por las mañanas algunos pandilleros, de estética 'latin king', patean esas calles, en actitud amenazante. Algunos de esos sudamericanos, tal y como ha comprobado la policía, son pequeños traficantes de drogas.