María y su madre, Naska, tuvieron que recibir oxígeno en Son Dureta tras el incendio.

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El edificio rotulado con el número 11 de la calle Convent des Caputxins vivió ayer una noche de pesadilla, larga y tensa. Un incendio devastó uno de los pisos y la gran humareda inundó las plantas superiores, atrapando a los vecinos que dormían. Una mujer y su hija tuvieron que ser hospitalizadas en Son Dureta con problemas respiratorios y recibieron oxígeno durante cuatro horas, mientras que un hombre resultó herido al caerse cuando escapaba del fuego.

A las cinco menos veinte de la madrugada una vivienda ubicada en el entresuelo de esa finca comenzó a despedir grandes llamaradas. La dueña consiguió escapar, pero su gato no tuvo tanta suerte y pereció. Naska y su hija María, dos inmigrantes búlgaras que viven justo al lado, advirtieron las llamas y trataron de apagarlas con cubos de agua: «El fuego creció enseguida y ya era imposible controlarlo. Respiramos mucho humo y empezamos a sentirnos muy mal». Casi cada noche, según contaron las dos extranjeras, en el piso en llamas veían velas encendidas, por lo que todo apunta a que ésa fue la causa del incendio. El centro de emergencias del 112 puso en marcha el dispositivo de auxilio y al edificio ubicado entre la Plaza del Olivar y la Plaza de España acudieron bomberos, Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y ambulancias.

«La policía empezó a gritar que los vecinos que no podíamos bajar colocáramos toallas mojadas debajo de las puertas. Fueron minutos de mucha angustia, terribles», relataba ayer una de las vecinas, todavía con el susto en el cuerpo. El humo afectó a las ocho plantas de la finca, con mayor intensidad a las más próximas al entresuelo. A pie de calle, en pijama y zapatillas, esperaban los vecinos que habían podido salir.