Un grupo de siete menores, la mayoría de ellos vecinos de la primera localidad, arrojó de madrugada piedras de gran tamaño contra algunas de las tiendas de acampada y esgrimió un cuchillo para amedrentar a los jóvenes que estaban de romería. Cuando uno de ellos se enfrentó con el grupo fue agredido y recibió puñetazos y patadas. Una de las piedras arrojadas impactó en la cabeza de una chica y al final decenas de jóvenes decidieron marcharse del monasterio, indignados. Los padres de una de las muchachas afectadas relataron ayer a este periódico que «nuestra hija no podía ni hablar, estaba bloqueada. No hay derecho a que unos pocos creen el pánico simplemente porque son violentos».
En Vilafranca existía ayer un profundo malestar por los incidentes de la acampada y algunas familias acudieron al cuartel de la Guardia Civil para interponer una denuncia por amenazas y agresiones. Los siete implicados en los incidentes están plenamente identificados y algunos de ellos son conocidos por otros altercados.
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