TW
0
A. DE LA PAZ El centro penitenciario de Palma es pionero en la implementación de un programa de prevención de suicidios. Se puso en marcha hace cuatro años y dede entonces no se ha registrado ningún caso de suicidio.

La subdirectora médica del centro, Francisca Martínez, explica que un ingreso en prisión supone un gran impacto para muchos internos, «ya que conlleva una desintegración de su mundo». «Los sentimientos que puede generarle el delito que ha cometido -añade-, sumado al cambio radical del entorno conocido, son factores que provocan de forma frecuente una gran tristeza, y en algunos casos una depresión». Además, matiza que la tipología del delito y las capacidades que tiene cada recluso para afrontar el proceso de adaptación al centro son elementos que se tienen muy en cuenta durante la evaluación.

De esta forma, el perfil más proclive es el de un varón, de entre 40 y 50 años, que ingresa por primera vez, y que ha cometido un delito sexual o de violencia de género.

Con el objeto de prevenir estas reacciones, se puso en funcionamiento un programa específico, que se tutela desde la enfermería. El programa establece un protocolo de actuaciones y se dirige a todas las personas que efectúan un ingreso.

La subdirectora incide en que el propósito del programa es buscar información e indicios que puedan presagiar este tipo de comportamientos, sin esperar a que se manifiesten. Por esta razón, explica que todos los ingresos pasan en primera instancia por enfermería. En este lugar se les abre un historial médico y deben cumplimentar una serie de cuestionarios para medir el nivel de ansiedad y depresión. El test de Hamilton, además de otros indicadores como el lenguaje corporal, son algunas de las herramientas que se utilizan.

Con los datos que se extraen se determina si existe la necesidad de incluirlos en el protocolo del programa. Francisca Martínez añade que uno de los aspectos que vienen observando es que cada vez es más frecuente el ingreso de reclusos que presentan trastornos mentales crónicos. En mayor medida son casos de trastornos duales.

En la actualidad la población reclusa de Palma está en torno a los 1.560 internos. En 2007 participaron en el programa 76, y en lo que va de año están siguiendo el protocolo ocho. La duración del programa depende de cada interno y de cómo evoluciona.

El equipo que dirige el programa cuenta con profesionales de la psicología y la medicina, y también participa un asistente social y una educadora. Además, los internos de apoyo son una figura esencial. El grupo está formado por ocho reclusos, todos voluntarios, que realizan un curso de 30 horas para recibir una formación específica. Los internos de apoyo están en contacto directo con los reclusos que siguen el programa y aportan una información esencial sobre sus estados anímicos, reacciones y comportamientos. También se ha establecido un recurso denominado «interno sombra» que, aunque aún no ha sido necesario emplearlo, supone activar una vigilancia del interno que se encuentra en un extremo peligro de suicidio las 24 horas del día. Tres de los internos de apoyo de Palma están realizando un curso en la prisión de Alcalá de Henares, del que obtendrán el título homologado de auxiliares de psiquiatría y drogodependencias.

Por último, la subdirectora explica que dentro de las actuaciones del programa se incluyen una serie de talleres que tienen la finalidad de reducir el consumo de fármacos ansiolíticos. Jardinoterapia, técnicas de relajación o tai chi, son algunos de los talleres que se organizan para estos fines.