TW
0
JULIO BASTIDA «Vivir en esta casa es un infierno». Así de contundente se muestra Ximena, una mujer que compró una vivienda hace tres meses, y días más tarde vio cómo le instalaban en el local un after ilegal que no le deja pegar ojo las 24 horas del día.

La historia se remonta al pasado mes de septiembre de 2008. Ximena decidió comprar el primer piso del número 90 de la calle Joan Miró de Palma. «En el momento de efectuar la compra de la casa el local de debajo estaba vacío. Lo primero que hice fue ir al Ajuntament de Palma e interesarme por las condiciones y planes del establecimiento. Un funcionario me dijo: «En el año 1992 había un bar musical que causaba muchos problemas y se le retiró la licencia. No se preocupe que bajo ningún concepto Cort otorgará una licencia al local. Yo me fui tan tranquila e hice efectiva la compra», añade.

Al mes de instalarse Ximena, junto a sus dos hijas menores de edad, el local fue habilitado como bar. A partir de ese momento comenzaron las pesadillas para los inquilinos del edificio.

«Dicen que es un bar, pero es mentira. Es un after en toda regla. Hay días que empieza la música a las nueve de la noche y son las seis y media de la tarde del día siguiente y aún se escucha el 'bum, bum, bum...' de la música. Además hay vibraciones en toda la casa. Mis hijas, son dos niñas pequeñas y por las noches no pueden dormir. Los oídos les van a explotar», añade Ximena.

Otro de los puntos importantes son las continuas amenazas que manifiesta haber sufrido. «Cuando bajo para hablar con el propietario y decirle que por favor pare la música, lo único que recibo son amenazas e insultos. El otro día incluso me levantó la mano. Claro, soy una mujer y se cree muy valiente. La situación es tan grave que en la puerta de mi casa me encontré varias caracolas, papeles, aceite, piedras y plumas. Es decir, todo lo necesario para hacer un conjuro de magia negra. Así no puedo vivir. Sólo pido justicia, que el Ayuntamiento y la policía cumplan con sus obligaciones», finaliza Ximena.

Fuentes policiales consultadas por Ultima Hora afirman: «La solución al problema de los ruidos es compleja. Si un establecimiento no tiene licencia de bar, inmediatamente lo cerramos, pero al tenerla, lo único que podemos hacer es levantar actas y precintar los equipos de música. Los vecinos lo que deben hacer es llamarnos cada vez que actúe como after y tras varias actas procederemos a la detención del infractor por desobediencia a la autoridad», concluye.