Las prostitutas se quejan de la presión policial que reciben y denuncian que los 'yonquis', cocainómanos y prostitutas de color son los que provocan los incidentes y quejas vecinales. Reportaje gráfico: VASIL VASILEV

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JULIO BASTIDA
Cae la noche en Palma. Los comercios echan el cierre, bajan las barreras metálicas y a partir de ese instante las prostitutas, travestis, transexuales, drogadictos, 'talegueros', 'yonquis' y cocainómanos toman posiciones.

Sa Porta des Camp, Porta de Sant Antoni, Avingudes y Escola Graduada se convierten a diario en una demarcación que sólo rige: la ley de la calle.
Ante la avalancha de denuncias y quejas de los vecinos de la zona, un fotógrafo y un redactor de Ultima Hora, nos adentramos en el submundo de la marginación, la droga, sexo, amenazas y extorsión.

Escuchamos a los vecinos, prostitutas y responsables de la seguridad.
00.15 La policía. Al tocar la medianoche la Policía Local de Palma monta un dispositivo de prevención y seguridad. Cortan los accesos a las plazas del centro de la ciudad, colocan conos en el carril más próximo a la acera y tres motoristas patrullan de arriba abajo las avenidas para evitar que los clientes se detengan a contratar los servicios de las prostitutas y travestis.

01.45 Testimonio. Tienen miedo a las cámaras y a los periodistas. Casi más que a la policía, pero finalmente hablamos con Perla y Amazonas. Son dos chicas de nacionalidad búlgara que ejercen la prostitución. Su jornada laboral comienza a las diez de la noche y se prolonga, los fines de semana, hasta las seis de la madrugada. Perla lleva la voz cantante; «Para nosotras ejercer la prostitución y estar toda la noche pasando frío en la calle no es agradable. Lo hacemos porque tenemos que vivir y mantener a nuestras familias. Tenemos hijos y te prometo que en mi casa ahora no tengo comida y la nevera está vacía. Tenemos muchos problemas con la policía, pero sobre todo la crisis es nuestro peor enemigo. Los precios están por los suelos. Hay chicas, sobre todo de color, que por diez o quince euros te hacen un completo. Muchos clientes tantean los precios y se quedan con lo más barato», concluye. Por otra parte, Amazonas nos habla del peligro al que están expuestas las mujeres que se dedican a hacer la calle. «Yo soy muy selecta a la hora de irme con un cliente. Primero hablo con él y después decido si me voy o no. Hemos tenido muchos problemas. En cierta ocasión me tuve que tirar de un coche en marcha porque el cliente se negaba a dejarme salir si no le devolvía el dinero del servicio. Cuando una chica se va, la otra toma la matrícula del coche y estamos comunicadas con el móvil. Si algo falla llamamos a la policía. Hay mucho degenerado por el mundo».

03.35 'Yonquis', 'talegueros' y 'drogatas'. Son los peores. Las peleas son constantes entre ellos. Por un gramo de 'coca' son capaces de matar a una persona. Al tocar las tres de la madrugada, los taxistas de la droga acompañan a los drogadictos al poblado de Son Banya. A la vuelta, el centro de salud es uno de los objetivos para poder inyectarse la dosis o esnifar. Nadie les puede hacer frente. Los vecinos están amargados. Los portales de la zona se convierten en improvisados 'picaderos' sexuales, refugio de huidas de la Justicia o un simple lugar para 'picarse' la dosis de heroína diaria. Al tocar la siete de la madrugada, a la salida del sol, la ciudad toma su ritmo habitual y tras los rayos solares se esconde una sociedad que por mucho que queramos ocultar convive con nosotros.