Un niño de siete años de edad fue localizado el martes deambulando con un amigo de su misma edad por las inmediaciones de un hotel de Magaluf. La perspicacia del directo del establecimiento, que se extrañó porque el menor presentaba quemaduras en ambas piernas, ha permitido descubrir a la Guardia Civil que el pequeño era sometido -supuestamente- a brutales malos tratos por parte de sus padres en el transcurso de rituales de vudú. Los progenitores ya han sido detenidos.
Poco después del mediodía el personal de un hotel detectó al menor cerca de la piscina y confirmó que no se trababa de ningún cliente del establecimiento. Sus respuestas eran esquivas, estaba muy nervioso y su amigo tampoco aportó muchos datos sobre qué estaban haciendo cerca de la recepción. Su comportamiento no era normal y las lesiones que presentaba en ambas piernas tampoco, por lo que al poco tiempo la Guardia Civil fue informada de lo que estaba ocurriendo.
Los agentes y mandos que se desplazaron hasta Magaluf intentaron sonsacarle alguna información y al final el niño les comentó que las quemaduras se las había provocado su padre de forma intencionada, como castigo para que no se fuera de casa o durante ritos típicos de su país.
Los investigadores, entonces, decidieron trasladar al chaval hasta el Punto de Asistencia Continuada (PAC) de Santa Ponça, donde los médicos le sometieron a una revisión física completa. Le curaron las heridas en las piernas y confirmaron que parecían ser quemaduras más o menos recientes. Protección del Menor fue puesto al corriente de los hechos y el muchacho fue trasladado a un centro especial, mientras los agentes se desplazaban hasta su domicilio familiar. Allí fue donde al parecer se procedió a la detención de los progenitores, que después fueron conducidos en un vehículo policial a los calabozos de la Comandancia palmesana, en la calle Manuel Azaña.
La declaración de los dos extranjeros no ha trascendido, pero la Benemérita los acusa de lesiones, maltrato y abandono de menores, ya que su hijo deambulaba por Magaluf sólo con un amigo de su edad cuando fue descubierto por el personal del hotel. Los investigadores también están indagando sobre las circunstancias familiares del clan y todo apunta a que el menor no está escolarizado, aunque parece ser que estudiaba o recibía algunas lecciones en casa, según él mismo contó. Sus padres estaban obsesionados con que fuera obediente y no saliera solo de su casa y trataban de acobardarlo escenificando rituales de magia negra, muy habituales en Àfrica. Tampoco se descarta que otras personas -que podrían ser amigos del matrimonio- también hubieran sometido a malos tratos al menor «rebelde». Una de las torturas que relató el pequeño consistían en que le quemaban -supuestamente su padre- con cucharas al rojo vivo en las piernas, lo que le dejaba unas marcas y heridas visibles que tardaban días en curar. Sin embargo, como apenas podía salir a la calle y no acudía a clase, nadie se percataba de su situación.
Los malos tratos se sucedían con aterradora frecuencia, muchas veces de noche, y la Guardia Civil trata de esclarecer si algún vecino escuchó gritos o sospechaban de la
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