El acusado afirmó durante su declaración que tiene una laguna de memoria durante todos los hechos. Ayer varios testigos cuestionaron este hecho. En primer lugar, la novia de su hijo comentó tras el incendio en ningún momento se preocupó por su mujer o por su hijo: «fingía estar ido». En una línea similar declararon los dos técnicos del 061 que la atendieron en su vivienda. Ambos contaron que se «encontraba bien» pero que se escurría constantemente de la silla en la que le habían colocado en la ambulancia. Sin embargo cuando le pedían que se sentara bien se colocaba. A esto se suma que cada vez que se caía de la silla el acusado lo hacía de culo, no de cara, como si pretendiera amortiguar el golpe, declaró otro. Ni el médico que le atendió en la ambulancia ni el que lo hizo después en Son Dureta encontraron indicios de intoxicación por humo o daños por los golpes. De hecho, según contó su propio hermano se le realizaron pruebas de sangre y orina al menos en tres ocasiones para descartar que hubiera sufrido daños. Tampoco dio positivo en las dos pruebas de alcoholemia que se le realizaron esa misma noche. La primera cuando tuvo un accidente de tráfico en Palma y la segunda después del fuego.
Dormitorio
Otro punto importante en el juicio es dónde se originó el incendio. El entonces jefe de Homicidios de la Policía Nacional declaró ayer que las pruebas realizadas por la Científica concluyeron que el fuego había sido provocado por alguno de los ocupantes de la vivienda, dado que las cerraduras no estaban forzadas. Además todo se inició en la puerta del dormitorio de la mujer del acusado. Ésta quedó encerrada por las llamas.
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