Un electricista, su mujer, su hijo y otra mujer fueron detenidos ayer en Santiago de Compostela en relación con la desaparición del Códice Calixtino ("Liber Sancti Iacobi"), hace ahora un año.
El electricista fue detenido ayer, martes, por la mañana como presunto responsable de la desaparición del Códice Calixtino, y su mujer e hijo, detenidos por la tarde, podrían ser considerados cómplices, han informado fuentes próximas a la investigación.
Las mismas fuentes indicaron que el arrestado, exempleado del templo compostelano despedido cuando el poder eclesiástico se vio forzado a regularizar la situación laboral de sus trabajadores, es considerado desde hace meses autor material del robo de esta guía de peregrinos de incalculable valor.
Esta semana, la Policía, que seguía prudentemente su pista, ha realizado registros en algunas de las propiedades de esta familia situadas en las provincias de A Coruña y Pontevedra.
En ellas,los agentes han encontrado monedas y vestigios procedentes de la Catedral, así como una «elevadísima suma de dinero». También han comentado estas fuentes que el detenido «no se muestra muy dispuesto a colaborar» y que todavía no ha sido recuperada esta joya histórica, artística y religiosa del siglo XII, a la que este electricista incluso habría llegado a poner precio, aproximadamente 40.000 euros, cantidad que, según él, el templo gallego le adeudaba por sus trabajos.
Las pesquisas se centraron desde el principio en el estrecho círculo de aquellos que tenían acceso a esta pieza. El director del Museo de la Catedral de Santiago, Ramón Yzquierdo, siempre defendió como «posibilidad más factible» que el Códice haya desaparecido por la acción de alguna persona del entorno próximo a la propia basílica.
El lunes, este historiador dijo que «parece ser que es la versión que ahora toma más cuerpo», justo cuando el próximo jueves día 5 se cumple un año de la desaparición de este manuscrito que durante ocho siglos custodió la Catedral de Santiago.
Sobre las investigaciones policiales que se han llevado a cabo en el entorno del personal que trabaja en la Catedral, apuntó que todos habían «hablado con la Policía para colaborar», si bien reconoció que personalmente no se ha sentido «vigilado».
«Quien pueda haber sido, posiblemente sí que se haya sentido más vigilado», apostilló en su conversación con Efe.
Una docena de agentes se han dedicado en exclusiva a este caso, que acumula larguísimos interrogatorios (a más de setenta personas), y cientos de horas de grabaciones y registros.
Hermetismo
La Brigada Central de Patrimonio ha desarrollado su trabajo dentro del más absoluto hermetismo, merced al secreto de sumario.
El deán de la Catedral, José María Díaz, declaró el lunes a Efe, un día antes de que se conociesen estas detenciones, que «por órdenes superiores» no podía pronunciarse sobre este asunto, y que tampoco era «lo más conveniente» para su salud.
Díaz era el responsable del Archivo Catedralicio y, por ende, del Códice, en el momento de la desaparición. Las escasas medidas de seguridad del habitáculo donde se guardaba esta pieza y la polémica generada con las llaves -varios medios publicaron que estaban puestas en la cerradura- provocaron su dimisión como guardador, aceptada por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio.
La Fiscalía de Galicia llegó a recomendar a la Iglesia la elaboración de un inventario de todo su patrimonio y la custodia en cajas fuertes de las reliquias de mayor interés solamente veinte días después de la desaparición del Códice.
Sin embargo, y a un año vista, ningún obispado gallego se ha sumado a esta propuesta, denominada «Iglesia Segura, Patrimonio Protegido». Solamente el Obispado de Astorga, que tiene jurisdicción sobre algunos territorios en Galicia, se ha adherido a este protocolo de prevención que busca prevenir más expolios.
El Códice Calixtino estaba en una sala acorazada, pero dentro de un recinto con relajadas medidas de seguridad, y el supuesto responsable del robo era conocedor de esta «pobre protección», según han contado a Efe fuentes próximas a la investigación.
El juez instructor de este caso, el magistrado gallego José Antonio Vázquez Taín, se ha mostrado estos casi 365 días partidario de «tejer las cosas» despacio, «siendo muy meticuloso». Únicamente cuando se ha comprobado que el sospechoso no cooperaría de ningún modo, se ha procedido a la detención. Pero esta falta de colaboración había sido detectada mucho antes de su arresto ayer.
Las indagaciones para dar con el Códice continúan, y la consigna es «precaución y cautela» para que un paso en falso no ponga en peligro este documento.
A lo largo de este año, las conjeturas sobre este suceso han sido muchas, las principales un robo por encargo a petición de un coleccionista privado y una venganza personal entre miembros de la Iglesia.
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