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César, Ainhoa, Miquel, Danielle, Robert, Katharian y Matthias, son los nombres de los niños que conmocionaron, en los últimos años, a la sociedad balear. A todos ellos les une un denominador común; fueron víctimas mortales en manos de sus padres.

En el año 1987, Danielle Miriam y Robert Kreiger, hermanos de siete y cinco años de edad respectivamente, murieron asesinados por su propia madre, Monika Louisse. Se trataba de una viuda alemana de 27 años de edad que desde hacía dos residía en Porto Colom. Un día antes de ser juzgada, en una entrevista en exclusiva al diario Baleares, declaraba: Antes de matar a mis dos hijos los cogí en brazos y los acaricié». La madre acabó con la vida de los pequeños administrándoles una inyección de aire en las venas con una jeringuilla hipodérmica.

Unos años más tarde, concretamente, en septiembre de 1996, Ruedeger Oyntzen, divorciado y médico radiólogo de profesión, mató a sus dos hijos de ocho y seis años en un complejo turístico de sa Coma, donde pasaban sus vacaciones. Según la investigación policial, Oyntzen tomó la decisión de acabar con la vida de sus hijos debido a que un juez alemán le quitó la custodia de los niños. Los niños fueron asesinados con una inyección letal.

A finales del mes de noviembre de 2011, apareció una maleta con el cadáver de un menor en su interior. En Menorca no había denuncias de niños desaparecidos y la policía buscó casos de alumnos, de entre 10 y 12 años, que hubieran dejado el curso de forma precipitada. Así llegaron hasta Mónica Juanatey, de 30 años, residente de Maó. Al parecer, César fue asfixiado por su madre en la bañera de su domicilio en la primavera de 2008, cuando tenía nueve años. Los restos del menor fueron introducidos en una maleta y abandonados en un descampado de Binidalí, donde fueron hallados.

Ainhoa y Miquel

En junio de 2011, falleció la pequeña Ainhoa por presuntos malos tratos de su madre y el novio de ella. La niña, de ocho años , vivía con sus abuelos en Andratx y solía pasar los fines de semana en compañía de su madre y su compañero sentimental, en el piso de él en es Coll d'en Rabassa. La madre, Antonia Martínez de 29 años, había iniciado una relación de convivencia con su novio, Miguel Ángel, de 28 años. Desde entonces la mujer empezó a mostrar más interés por la pequeña Ainhoa, pero presuntamente empezaron los episodios de malos tratos.

Finalmente, en el mes de febrero, en Inca, un jubilado de 65 años, Miguel Hidalgo Torrebalanca, mató a su hijo de cinco años de edad y después se suicidó.