Mohamed el Badoui durante una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia. | Alejandro Sepúlveda

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O todo o nada. Las acusaciones y la defensa de Mohamed el Badoui cerraron el juicio sin ofrecer al jurado más salidas que considerarle culpable de nueve intentos de asesinato y uno consumado o inocente por una hipotética locura. El propio acusado cerró la vista: «Digan lo que digan, cualquier persona puede tener un día de locura muy grande». En su turno de última palabra reiteró una idea que ya dio en su primera declaración: «Nadie puede sentir lo que yo. Me acuerdo de que fue un día negro. Un día negro de guerra». Los miembros del jurado recibirán a lo largo de la mañana de hoy el objeto de veredicto por parte del magistrado presidente y quedarán aislados durante sus deliberaciones.

Tanto la fiscal, Ruth González, como la abogada que representa a las víctimas, Ascensión Joaniquet, plantean que El Badoui tenía intención de matar cuando salió del hostal en el que se alojaba en Sant Antoni de Portmany. Además sostienen que en todos los ataques abordó por sorpresa a las víctimas.

Cuerdo

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Consideran que en ningún caso estaba afectado por un ataque paranoico, sino que era consciente y que actuó movido por ganas de vengarse. En este sentido, recordaron que según varios testigos seleccionaba a sus víctimas y que, en su recorrido, por ejemplo, esquivó a varios ciudadanos magrebíes. Otro argumento en contra de la supuesta locura de El Badoui lo aportan en la aparente calma en la que entró tras ser detenido. Ayer, los médicos que le asistieron en Can Misses después de los hechos insistieron en esta línea. El primer facultativo que le reconoció señaló que tenía tres heridas -que él mismo se había causado- todas ellas leves. Sin embargo, le encontró consciente y orientado.

La abogada de la defensa, Cristina Molina, apunta en la dirección opuesta. Sostiene que el acusado debe ser declarado inocente porque no sabía lo que hacía. Se apoya en la declaración de parte de los peritos que han declarado en el juicio y que sostienen que tuvo algún tipo de brote esquizofrénico. Según su criterio, debe ser internado en un centro psiquiátrico hasta su curación.

Aunque la defensa concuerda la secuencia de hechos en la que se produjeron los ataques niega, sin embargo que tuviera la intención de matar. Así considera que lo único que buscaba era causar daño a las víctimas. Durante los interrogatorios, la letrada intentó hacer ver que las heridas de varios de los agredidos fueron leves, lo que choca con los forenses que señalaron que todas fueron en zonas vitales y, en tres de los casos, eran potencialmente mortales.

Más controvertido es la pretensión de la defensa de atribuir la muerte de Antonio Boned al tratamiento que recibió en Can Misses. Ayer interrogó a los médicos que le trataron en el hospital. Los facultativos insistieron en que el fallecido sufrió una pérdida de sangre masiva después de que le seccionara dos venas yugulares. Esa pérdida le provocó una falta de oxígeno en el cerebro que llevó a su fallecimiento un mes después de la agresión.