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Jubilados y escolares vivieron ayer una noche muy larga. Los primeros, angustiados; los menores, con emoción. La inesperada nevada que los dejó atrapados en la carretera de sa Calobra y Lluc puso a prueba a los equipos de emergencia, que se volcaron con ellos hasta la madrugada. Al final, todo acabó felizmente.

A las tres de la tarde, tres autocares con 143 turistas del Imserso, procedentes de hoteles de Magaluf y Santa Ponça, quedaron atrapados en la zona del Nus de sa Corbata, en Escorca. Uno de los buses se salió de la vía y quedó atravesado, imposibilitando que el resto pasara por aquel tramo.

De forma paralela, unos 50 alumnos de la escuela Sant Vicent de Paül, de la barriada palmesana de Cas Capiscol, corrieron la misma suerte en el monasterio de Lluc. Debían marcharse por la tarde, y aceleraron la marcha porque el tiempo estaba cambiando, pero cuando intentaron subirse al autobús la nieve cubría ya la carretera.

Así pues, los menores tuvieron que pasar la noche en Lluc, mientras los profesores envían fotos de los grupos a los padres para que no se preocuparan. «No he pegado ojo. Mi hijo me llamó y estaba hecho un flan. Me decía que le dolía la barriga y que tenía ganas de vomitar. Yo no sabía que hacer y te prometo que no he pegado ojo en toda la noche. Quiero darles las gracias a los profesores que se han portado muy bien», comentó Rosario Mota, madre de uno de los alumnos.

Silvia, Juan, Mónica y Present fueron los cuatro profesores que asumieron el control de la situación. «Nosotros íbamos para hacer una excursión de un solo día y a las cuatro teníamos previsto el regreso. Cuando estábamos allí nos comenzó a llover y decidimos refugiarnos en el santuario. El prior se portó muy bien con nosotros, nos abrió las puertas de las celdas y nos dieron de cenar. Sobre las cinco de la tarde ya comunicamos al centro y a los padres la imposibilidad de bajar», añadió Silvia.

Por la noche, la Guardia Civil, los bomberos, Protección Civil y el 112 enviaron al Nu de sa Corbata a todos los vehículos 4x4 disponibles. El objetivo era rescatar a todos los jubilados, algunos de los cuales ya estaban muy nerviosos: «Llevamos muchas horas, y estamos a cero grados», explicó Joan. A la una y media, la situación quedó solventada para los pensionistas. Horas después, por la mañana, la aventura de los escolares también finalizó felizmente.