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La suerte jugó en contra de Ana Niculai. En las doce horas de cautiverio de la joven hubo un momento clave. En torno a las tres de la tarde del 19 de julio de 2010, Abarca aparcó encima de una acera de la Porta de Sant Antoni, algo que llamó la atención de la gente que estaba alrededor y entró a tomar una cerveza en un bar. Una mujer, habitual de la zona, se acercó al vehículo. «Vi a una chica por el cristal que pedía auxilio. Estaba encogida dentro del coche con una bicicleta encima». La mujer pegó una voz y un hombre que estaba sentado en un portal se acercó también y vio a Ana Niculai. «Estaba parada y daba golpes con los pies en el lateral del coche. Gesticulaba con los ojos. Intenté abrir la puerta pero estaba cerrada». En cuando Abarca vio que había gente allí salió a toda velocidad del coche, le dijo a la primera mujer que la chica «estaba bien». Abrió la puerta y arrancó el coche a toda prisa.

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Los dos testigos se fueron a buscar a un agente del Cuerpo Nacional de Policía. Les dieron el aviso. El agente al que se encontraron explicó que alertó de forma inmediata a la Sala del 091 que avisó a las patrullas. Ellos se fueron en dirección a Son Banya pensando que iría en esa dirección. Sin embargo, en ese momento Abarca estaba camino de vuelta a Muro.

En el juicio también declararon dos compañeros del Centro de Inclusión Social (CIS) en el que Abarca estaba en tercer grado. Uno de ellos dijo haberlo visto ese día, si bien las horas que da no cuadran con lo dicho por otros testigos más fiables. Señala que le vio en el Molinar a primera hora de la tarde y que le extrañó que llevara ese coche. «Le pregunté si lo había robado y me dijo que sí. Añadió que no me preocupara, que el dueño no le iba a denunciar». Otro aseguró que le vio una vez melancólico y le preguntó el por qué. El acusado le respondió que había conocido a una chica rumana muy guapa y que se había enamorado de ella. También señaló que, cuando se encontró con él «iba un poco 'drogadín', pero no mucho». Este preso llamó a la Guardia Civil al conocer que Niculai había muerto y avisó a los agentes de que sospechaba de su compañero.