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La mala relación entre el fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán y algunos policías locales de Palma viene de lejos.

Los hechos se remontan al 20 de agoto de 2008, cuando el fiscal supuestamente fue acosado de nuevo por un policía que estaba en el juzgado de guardia porque hacía conducciones de detenidos. Subirán remitió entonces un escrito de queja a Nicolás Herrero, jefe del cuartel de San Fernando por aquel entonces.

Miguel Ángel Subirán explica que «en resumen, el citado agente me hace constantes manifestaciones de burla y faltas de respeto, consistentes, una veces en saludos acompañados con movimientos ‘de ola', otras en reverencias grotescas y ridículas y sorprendentemente en una ocasión tirándome de la camisa por la espalda de forma reiterada, obligándome a girarme mientras él jugaba a hacerse el desentendido, todo ello cuando me entrevistaba con un letrado».

Ese 20 de agosto, sigue la denuncia del fiscal, «nuevamente se repitió la situación descrita por lo que me vi obligado a ponerme en contacto con el oficial de atestados del acuartelamiento de San Fernando a los efectos de que a la mayor brevedad le indicaran al citado agente que abandonara la sede y que no volviera a presentar detenidos por la tarde».

El policía acusado, por su parte, realizó un informe en el que asegura que el fiscal Anticorrupción «arremetió» contra él sin que mediara provocación alguna y desmintiendo todas las imputaciones de burlas o acoso. «Estoy cansado de verte por aquí, que llevas mucho tiempo viniendo y voy a escribir para que no vuelvas más», sostiene que le dijo Subirán.