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David F., acusado de acabar con la vida del hijo de la también acusada Fadila C. en noviembre de 2014 y de ocultar su cuerpo en un maleta hallada en un apeadero de tren en Oviedo, intentó suicidarse en prisión.

Así lo han manifestado una psicóloga y una trabajadora social del Instituto de Medicina Legal de León que, a instancias de la defensa de David F., le realizaron varias pruebas psicométricas en la prisión de Mansilla de las Mulas.

Este lunes se ha celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial la sexta sesión del juicio que terminará esta semana con el veredicto del jurado. Este martes el juicio entra ya en fase de conclusiones e informes de las partes. David F. y Fadila C. se enfrentan, cada uno, a 33 años y 5 meses de prisión por la muerte del pequeño Imram.

Tras los test, las especialistas concluyeron que David F. presenta un «trastorno límite de la personalidad», una baja autoestima y depresión, propia de alguien que se encuentra en prisión y que sabe que va a ser juzgado». También señalaron que el acusado presenta «escasez de emociones positivas».

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«Le cuesta expresar sentimientos y deseos y por su trastorno límite de la personalidad también le resulta muy difícil decir que no, se deja arrastrar por los demás, por lo que termina haciendo las cosas que no quiere y pasa por episodios de ira y violencia». En este sentido las expertas aseguraron que el acusado les comentó en la entrevista que tenía antecedentes por maltrato.

A las preguntas del abogado de la defensa, Fernando de Barrutel, las psicólogas también afirmaron que su familia fue a visitarle a la cárcel de Mansilla de las Mulas, en más de una ocasión.

En cuanto al consumo de droga, peritos del Instituto de Toxicología propuestos también por la defensa que analizaron un cabello del acusado, concluyeron que David F. consumía de forma continuada cocaína pero que las cifras de restos de esta droga en su pelo eran bajas.

Por último, doctores del Servicio de Salud del Principado de Asturias, también a instancia de la defensa, reafirmaron este lunes lo ya declarado en la sala por otros médicos, que la rotura del fémur del pequeño se produjo tres o cuatro semanas antes de su muerte. «El niño tuvo que padecer un intenso dolor», señalaron.